Los presuntos ladrones no han dado tregua al nuevo supermercado que Dia instalado en Santa Elena. El jueves abrió al público y esa misma noche le daban el palo. "Todavía no hemos hecho recuento, pero es mucho lo que nos han quitado", decía ayer su propietaria, Begoña Hernández, quien lamentaba su mala racha porque en enero también robaron en la antigua tienda justo el día en que tuvo que cerrar para ir al funeral de su padre.

Además tiene contratado un sistema de alarma y videovigilancia que, por las prisas de abrir, aún no habían instalado. Lo curioso es que los ladrones no rompieron la cerradura del cierre metálico de la puerta de emergencia por la que se colaron, por lo que la propiedad baraja que o han hecho palanca con mucha destreza o alguien de los muchísimos trabajadores que han pasado por las obras sacó una copia de la llave. La policía tomó ayer huellas mientras los trabajadores se afanaban en recomponer la tienda ante la atónita mirada de los clientes.

Por tratarse del día de apertura, el personal no se pudo ir a casa hasta las once de la noche y al volver, a las siete, se encontraron las puertas abiertas de par en par y todo revuelto. Los ladrones se tomaron su tiempo a juzgar por el desorden y arrasaron con el pasillo de droguería. "Se han llevado un montón de cajas con maquillajes, cremas, colonias y tal que si cada envase pongamos que cuesta once euros, estoy segura de que en el mercadillo se encuentran a tres". Así de claro lo dijo ayer su dueña, visiblemente molesta. Basó su sospecha en que los ladrones han dejado intactos los expositores de electrodomésticos y otros productos de mayor peso y valor pero han arramplado, por ejemplo, con cajas enteras de artículos de cosmética y perfumería.

Luego pidió a la policía que controle los puestos del mercadillo y pidió a los consumidores que no compren artículos rebajados sospechosamente porque son de dudosa procedencia. "Si nadie lo compra, no nos lo roban", sentenció. También se llevaron desde móviles a cámaras de foto o taladros y hasta las monedas para el cambio, pese a que estaban estratégicamente escondidas en cajones.