La historia que ha unido a Víctor Lemus, Baldomero González, Pedro Antonio Sánchez y Raúl Moro con Antonio Marcos, de 87 años, es digna de ser contada y reconocida. Fruto de numerosas casualidades, de la intuición y del buen corazón de estos cuatro runners , miembros de Atletas Populares de Plasencia, hoy Antonio sigue vivo y ellos son sus rescatadores , como él mismo les llama ya.

Todo ocurrió el martes por la mañana. Víctor y Raúl tenían previsto un viaje, pero al final lo pospusieron y los cuatro se fueron a entrenar por el monte Valcorchero. Lo habían hecho la tarde anterior y no suelen repetir al día siguiente, pero ese día sí, otra casualidad.

Sobre las 9.30 horas, y a un kilómetro al norte de la ermita del Puerto, vieron un coche fuera del camino, "con las ventanas bajadas, las llaves puestas, mal estacionado, todo muy raro". Se les pasó por la cabeza "de todo", desde que era un coche robado hasta que podía ser un suicidio. Ninguno llevaba ese día teléfono móvil, así que memorizaron la matrícula y siguieron corriendo con la idea de llamar a la policía en cuanto bajaran a la ciudad.

Pero no estaban tranquilos, seguían pensando en lo que podía haber pasado y decidieron dar marcha atrás, volver al coche y comenzar a dar voces por los alrededores por si alguien les oía. La voz de su conciencia fue providencial porque entonces escucharon algo que les pareció el eco, un animal y, al final, una voz apenas audible de alguien que pedía socorro. Así, a unos cien metros, monte abajo y caído en un matorral, hallaron a Antonio. Estaba magullado y descalzo. Había perdido sus zapatos, un bastón y unas gafas y no sabía cómo había llegado allí.

De inmediato, se organizaron. Dos bajaron a la ermita en busca de un teléfono o ayuda y otros dos se quedaron con Antonio. Los primeros, encontraron de camino a otro runner , Alfonso Martínez, que sí llevaba móvil, y avisaron al 112. Todos volvieron con Antonio y destacan que "el 112 llegó en seguida, en diez minutos".

Entre sanitarios y runners subieron en la camilla al herido hasta llevarlo a la ambulancia y mientras Antonio iba camino del hospital, los atletas incluso le siguieron ayudando. Buscaron sus pertenencias, las encontraron y se las devolvieron y sacaron el coche de la zona donde lo había dejado Antonio y lo dejaron aparcado en el hospital.

Recuerdan que el hombre "estaba consciente y sabía qué día era, pero no recordaba cómo había llegado allí. Lo único que pedía era agua porque tenía mucha sed". Después han sabido que es diabético y que su familia llevaba sin saber nada de él desde las 13.30 horas del lunes. Así, habiendo pasado la noche en el monte y sin comer y beber, "el 112 nos ha dicho que no habría sobrevivido al martes y que realmente le hemos salvado la vida".

Los cuatro se sienten "muy satisfechos y orgullosos". Dan importancia relativa a lo que han hecho --no se sienten héroes-- y aún no se explican si ha sido el destino, un milagro o qué lo que los puso allí ese día y a esa hora.

Antonio, desde su cama de la habitación 520 del hospital, tiene claro que, fuera lo que fuera, le han salvado la vida. Solo en el monte, temió por ella, paso miedo y está "muy agradecido" a los cuatro atletas.

Según les ha contado su sobrina, son de un pueblo de Salamanca y Antonio estaba pasando unos días en la Peña de Francia. De ahí llegó a Valcorchero, se encontró mal y dejó el coche. Se cayó y "no me podía levantar. Sin comer, ni beber y con el sol en la cabeza". Aún así, tuvo fuerzas para pedir socorro y la suerte de que Víctor, Pedro, Baldomero y Raúl estuvieran allí.