--Usted lleva ya la friolera de 82 donaciones. ¿Cuántas veces le han premiado?

--Unas cuantas. Me han dado los premios normales, los que le dan a cualquier donante: Una placa a las diez donaciones, otra a las veinte, e incluso un pin de oro a las sesenta. Pero no lo hago por los premios, lo hago porque sé que mi sangre puede salvar vidas.

--¿Y cuándo piensa parar?

--De momento quiero seguir adelante, ya llevo muchos años pero si no tengo ningún problema de salud seguiré hasta que cumpla los 65 años. Pero no busco ningún récord ni conseguir nada parecido, solo sigo adelante porque sé que las donaciones son muy importantes para muchas personas.

--¿Por qué se decidió a donar?

--La verdad es que me viene de familia. En mi casa siempre nos hemos preocupado por ayudar a los demás de manera altruista. Tratamos de colaborar en la medida de nuestras posibilidades, y tengo que decir que es que es muy gratificante poder ayudar al prójimo de esta manera.

--Con tantas donaciones como lleva, tendrá alguna anécdota que contar...

--Pues sí, alguna hay. Por ejemplo, creo que lo más curioso que puedo contar es que en una ocasión coincidí en la sala de donaciones con mis dos hijas al mismo tiempo. Nos juntamos allí todos donando y fue muy bonito. Además, ellas también suelen colaborar con otras asociaciones, como Protección Civil.

--¿Qué consejo les daría a las personas que no tienen claro si ir a donar?

--Les animaría sin dudarlo, porque es tan necesario que todas las aportaciones son fundamentales. Además, también es importante saber que cuando vas te hacen un chequeo médico, así que también es bueno para el donante, que sabe cómo se encuentra su salud.