Indignación es el sentimiento mayoritario entre muchos agentes de la Policía Nacional después de que desde la jefatura superior se haya señalado públicamente que considera que el ataque a dos vehículos que patrullaban por el polígono la Data con tres agentes dentro haya sido una «cosa de críos» y una «gamberrada». «Tirotear a la policía es un delito y no hay que quitarle importancia», subrayó ayer el secretario general del Sindicato Unificado de Policía de Extremadura, Fernando Cabanillas.

En su opinión, el debate no debe estar en el tipo de calibre del arma con que les dispararon, «esto no es como el cuento de galgos o podencos», sino en que «no se tirotee, porque puede causar graves daños». Por eso, señala Cabanillas que «preocupa la seguridad de la policía y también que un responsable pueda minusvalorar de esa forma a los compañeros. Los compañeros y responsables estamos para apoyarnos y si nos tiramos piedras encima…», lamenta.

Mientras la primera hipótesis de la policía científica es que se utilizó un arma del calibre 22, que provocó un surco en un vehículo y rompió la luna trasera del otro, la jefatura ha indicado que los daños son compatibles con una escopeta de balines o de gas, aunque se sigue investigando. Para el responsable regional del SUP, se están intentando «tapar» los ataques a los vehículos porque «se vienen repitiendo y no son capaces de atajarse. Por eso produce indignación que la jefatura banalice, es una falta de sensibilidad».

Los agentes han señalado que llevan meses recibiendo disparos de balines y la propia Policía Nacional ha señalado que vehículos particulares también han sufrido el tipo de daños que achacan a escopetas de balines o gas.

tomárselo en serio / Para el SUP, lo que debe hacer el cuerpo es «perseguir los delitos, poner soluciones y un dispositivo contundente. Que se pongan medidas porque hay que tomárselo en serio. Y al que dice que es una cosa de críos le haría falta patrullar unas semanitas por el polígono de La Data».

En definitiva, el sindicato cree que, si no se ponen soluciones, los ataques pueden ir en progresión y por eso el colectivo se pregunta: «¿hasta cuándo vamos a esperar? ¿hasta que pase algo? Esto es grave, ¿y si les hubieran dado a los agentes en la cara o en un ojo?». También los agentes de la comisaría placentina están preocupados porque los ataques, los últimos hace quince días, se vuelvan a repetir y alcancen a algún agente.