Carmina dice que no olvidará ya nunca con qué dulzura le atendió el policía nacional que le sacó en brazos, a través de la cortina de humo, mientras los bomberos apagaban el fuego que se acababa de producir en su casa. No sabe que se llama Tomás Macías y su hijo lo describe como "un policía de bigote que se ve que es un buen hombre y valiente". A su marido, Salvador y también de 80 años, le ayudó el policía más joven, de nombre Iván Granado.

Ambos fueron los primeros en llegar al número 17 de la calle Santa Ana, donde presumiblemente una colilla mal apagada prendió fuego a la ropa que colgaba de un perchero hacia las 22.30 horas del martes. El hijo corrió a buscar ayuda y cuando quiso volver a entrar el humo le echó para atrás. "Los bomberos llegaron enseguida y yo les ayudé a meter las mangueras mientras los policías subieron agachándose por las escaleras" cuenta.

"Allí nos encontramos al matrimonio agarradito y con un aplomo que no había visto nunca en estas circunstancias", según el policía que en cuanto pudo bajó en brazos a la mujer, ciega, que ayer decía que ha sido un milagro. En una hora los bomberos habían terminado, la familia se fue a dormir donde otro hijo y a los policías les atendió el 112 durante al menos media hora.