Las viviendas abandonadas se están convirtiendo en el principal refugio de los okupas, lo que ha obligado al ayuntamiento a solicitar el tapiado de las casas para impedir su entrada y, en algunos casos, a ordenar su derribo al ser declaradas en estado de ruina.

Según los datos que maneja la Policía Local, hasta 17 viviendas abandonadas se han localizado de abril a diciembre del año pasado, ubicadas en diferentes zonas de la ciudad, aunque en la mayoría de los casos se encuentran en la zona centro. De ellas, nueve han servido de refugio a okupas y personas sin techo, por lo que el ayuntamiento ha tenido que ordenar su tapiado.

Todas tienen propietario, por lo que, según fuentes municipales, el primer paso al localizar una vivienda abandonada consiste en avisar a los dueños y ordenar que las tapien pero, si se niegan, es el ayuntamiento quien procede al tapiado, aunque con cargo a los propietarios. Además, las mismas fuentes advierten de que en caso de que algún okupa sufra un accidente dentro de una casa ocupada, también los propietarios tienen parte de responsabilidad porque "su obligación es tener la propiedad en las debidas condiciones de seguridad".

AVISAN LOS VECINOS

En la mayoría de los casos, son los propios vecinos o la Policía Local quienes avisan del abandono o de la presencia de okupas.

Los últimos casos se han dado en el resbaladero de las Capuchinas, ya que el ayuntamiento ha ordenado el derribo de una casa declarada en estado de ruina y el tapiado de otra, que está en trámites de ser declarada también en ruina. Según explicó el presidente de la Asociación de Vecinos Zona Centro, José Luis García, ambas casas "eran un peligro, porque se había caído hasta el techo y se había producido un incendio. Pero, aún así, había un prostíbulo". Además de estas dos casas en las Capuchinas, desde el mes de abril han aparecido viviendas ocupadas en la puerta del Carro, ronda Higuerillas, la calle Ramón y Cajal, Cabezabellosa, la travesía de San Pedro y dos en el barrio de San Juan, en una de las cuales se llegó a producir un incendio en el mes de agosto originado en el solar que ocupaba la vivienda.