El hedor que desprendía el Caño Soso en una de las entradas a La Isla no era de simples basuras, sino del estado de descomposición de un perro muerto que habían abandonado dentro de una bolsa. Lo confirmó ayer el ayuntamiento, que condenó el acto de incivismo y recordó que el servicio de limpieza hace una recogida especial por semana aunque está pensada para enseres de gran tamaño como el sillón abandonado en la fuente de San Calixto.