Los diestros José María Manzanares, David Fandila, El Fandi, y Cayetano Rivera Ordóñez salieron ayer a hombros de la plaza de toros de Plasencia tras cortar tres, dos y dos orejas, respectivamente, en una corrida celebrada a las siete de la tarde con motivo de la feria y fiestas de la capital del Jerte.

El primer en salir al ruedo fue El Fandi, un torero que casi siempre da espectáculo y en Plasencia volvió a hacerlo ayer. Dos largas cambiadas de rodillas para recibir a su primero toro fueron el prólogo de un fantástico tercio de banderillas en el que el de Jandilla apretó de lo lindo y el granadino hizo alarde de unas increíbles facultades físicas.

Con la muleta se equivocó de terrenos y de distancias, donde una estocada le valió la primera oreja, y un quite por navarras y un par de banderillas al violín fue lo mejor de su segundo, al que despachó de media estocada tras un pinchazo.

Los guiños constantes a los tendidos y los pases arrodillado calentaron al respetable que pidió insistentemente la segunda oreja.

Faena redonda

Sin lugar a dudas José María Manzanares fue el mejor de la tarde, si en el primero de su lote dejó dos excelentes verónicas y tres naturales de los de verdad, con el quinto cuajó una faena redonda de principio a fin.

Estupendo con el capote, con la muleta dejó pases hondos, con temple, gusto, desparpajo y torería, sobre todo con la derecha. Con todo ello, el de Alicante puso en pie a toda la plaza, que contó con un lleno absoluto, con dos estocadas hasta la bola que fulminaron a sus dos enemigos, ya que tres orejas fueron su justa recompensa.

Por último, salió Cayetano, que confirmó la alternativa hace unos días en la plaza de Las Ventas de Madrid. Este exprimió el pitón derecho de su primer toro, ya que era lo único bueno que tenía, con capotazos con gusto en el saludo y tres buenas tandas en redondo.

Consiguió una gran estocada aunque necesitó dos golpes de descabello. El sexto fue el astado menos claro de todo el encierro y Rivera Ordóñez lo comprobó en una verónica que resultó ceñidísima por los extraños que realizó el morlaco.

El madrileño se recompuso y logró, a base de bajar la mano y dominar, varios pases con ambas manos dignos de mención. Lo mejor, sin duda, la estocada al sexto. Oreja y oreja.

Entre el público, la anécdota la puso la asistencia inesperada del cantante Alejandro Sanz (tiene una casa en el valle de la Vera), una visita que provocó el consiguiente revuelo en la plaza placentina y donde más de uno quiso saludar al madrileño.