Si sufren apagones a menudo en las traseras de la UNED, el entorno de la Torre Lucía, Gabriel y Galán o Ciudad Jardín no es por desidia municipal. Es que los ladrones de cables del alumbrado público y los autores de actos vandálicos la han tomado con las farolas de estas y otras calles y la brigada de obras no da a basto a reponerlas.

Lo confirmó ayer el concejal delegado, Blas Raimundo, al tiempo que pedía concienciación. "Hemos puesto ocho farolas nuevas en la Torre Lucía y al día siguiente la mitad ya estaban rotas, pero esto nos está pasando constantemente ahí y en otras partes y yo lo que pido es educación y respeto". Ello mientras vecinos afectados están llamando a la policía local para reclamar más vigilancia y el edil insiste en que "hay tres patrullas haciendo rondas por la ciudad, pero pillarles es muy difícil".

UN DINERAL PUBLICO A los destrozos de alumbrado público causados por el vandalismo se han vuelto a sumar ahora las averías por el robo de los cables. En su búsqueda del cobre, los ladrones ya han dejado a oscuras zonas de Ciudad Jardín o del nuevo recinto industrial de la Dehesa de los Caballos mientras que este fin de semana le ha tocado también al parque de La Isla. En ambos casos los paganini son los ciudadanos. Porque se trata de dinero público y porque los que más directamente lo están pagando son los vecinos afectados por los continuos apagones.

Según el concejal, los destrozos del mobiliario público le cuestan al ayuntamiento del orden de 50.000 euros al año y cabe destacar que algunas de las farolas caídas por el vandalismo valen entre 180 y 250. Además, la brigada de obras tiene que trabajar a destajo para reponerlas aunque en casos como el de la Coronación, que debe tener un imán para los vándalos porque la gran mayoría están rotas, aún están a la espera de recibir el material, según fuentes municipales. "Además tenemos que dejar de hacer otras mejoras para ir reponiendo todas las que nos rompen o los cables que nos están volviendo a robar" comentan a pie de obra los operarios municipales.

Mientras trabajadores del nuevo polígono de la Dehesa de los Caballos confiesan salir temerosos al terminar la jornada porque está completamente a oscuras. Lo mismo que vecinos de zonas tan dispersas como la UNED o Gabriel y Galán. Lo que dificulta la labor policial aunque los afectados insisten en pedir más vigilancia disuasoria.