D estrozos en bancos, farolas, Palacio de Congresos, papeleras, escaleras mecánicas (con cámaras que supuestamente debieron de grabar a los delincuentes), contenedores,… es la factura a pagar por todos en Plasencia a fecha de hoy.

Ni las acciones propias de salvajes destructivos han cesado, ni las prometedoras campañas contra el vandalismo han surtido efecto. Incluso, han aumentado su osadía y atrevimiento al atacar dos coches de la Policía Nacional durante su servicio. Como dice Murphy, todo es susceptible de empeorar y llegar a padecer los horrores de otras ciudades con delitos como: prender fuego a vagabundos, dar palizas a inmigrantes, violar y grabar para compartirlo en las redes sociales, etc. Son hechos que reflejan serios problemas adquiridos inicialmente en familias desestructuradas y mantenidos o transmitidos en el colegio, donde la dificultad para atajar este tipo de conductas no resueltas en casa, es aún mayor.

Desde las distintas instancias sociales se hacen llamamientos a la educación a todos los niveles pero, ¿qué se puede hacer cuando no existe hogar en que educar, ni participación social que ofertar? Estos personajes antisociales suelen verse involucrados en situaciones de alto riesgo para sus vidas y las de otros. La educación no basta para atajar este serio problema arraigado en ratios cada vez más jóvenes de la sociedad. Prejuicios, desempleo, adicciones, pobreza,…la lista de obstáculos a superar es demasiado extensa y complicada. Generalmente, acostumbramos a huir del conflicto y a tergiversar los hechos para adaptarnos a vivir con ellos e incluirlos en nuestro día a día, de forma que no nos perjudiquen y así, evitamos cualquier tipo de implicación con personas y/o problemas de la índole que sea, mostrándonos indiferentes o incluso enjuiciando sin conocer detalladamente los verdaderos motivos originarios de esa situación, demostrando el valor que damos a las personas.

Los siquiatras que tratan de poner orden en las enfermedades mentales en cada edición del DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) se enfrentan al problema de abarcar la enorme variabilidad de la psique humana, pero lo único claro es que no existen enfermedades, sino enfermos y tratar de descubrir qué lleva a actuar de ese modo, es más bien un misterio para investigar en Cuarto Milenio.