La actuación de la Concejalía de Accesibilidad en la calle Clavero ha eliminado una barrera arquitectónica que impedía el acceso al centro desde la Puerta de Clavero y los viandantes aplauden la medida de manera unánime.

"Con el carrito de la compra no podía subir y bajar las escaleras", menciona una mujer mayor. "Mucho mejor, la verdad, antes, por la rodilla, tenía que dar rodeos", cuenta otro mayor.

Sin embargo, esta mejora, que se incluía en el listado de puntos negros en accesibilidad que la Asociación para el Estudio de la Lesión Medular, Aesleme, hizo llegar a la concejala Mayte Díaz, no solo es alabada por mayores y personas con discapacidad. "Ahora es mucho más cómodo", asegura un hombre, quien añade que "el único problema" es "hacerse a la idea de que hay rampa; nunca entraba por aquí por las escaleras que había".

Escaleras sigue habiendo, ya que la obra ha consistido en reducir la cota de una mitad de la calle, que ha derivado en una rampa; pero conserva, en la otra mitad, las escaleras preexistentes, algo necesario para permitir el acceso a los edificios de ese lateral. La obra, que se anunció en febrero de 2012, se adjudicó finalmente en marzo de este año por 95.248,59 euros, y ha incluido el arreglo del pavimento a lo largo de toda la calle Clavero, desde el arranque de las escaleras hasta la plaza Quemada, donde se une a la calle del Sol.

Es en el apartado de la ejecución, el subjetivo, el que recibe las críticas. Mientras hay quienes lo ven "bien, muy limpio", como la mujer anteriormente mencionada, y otros consideran la obra "normal, solo hay que acostumbrarse", según valora otra mujer, los hay que discrepan.

"Yo me pregunto desde cuándo es Plasencia una ciudad de granito azul en lugar de terroso", dice un hombre, quien señala el contraste entre la piedra antigua de la Puerta de Clavero, y la recientemente instalada. "La barandilla de la escalera está como inclinada, la veo rara", menciona una mujer.

También despierta quejas la unión entre la "falta de civismo" de los ciudadanos y la "falta de previsión" del responsable de la obra. El comentario hace referencia a que la zona inferior del muro que separa escaleras y rampa cuenta con una pequeña inclinación, y ya muestra "claras marcas de ruedas de monopatín", según menciona una chica joven. "Los niños de hoy no dejan pasar nada", lamenta un señor mayor, al escuchar el origen de las líneas negras.