La moda del corralito parece haberse instalado en el Rosal de Ayala. Hasta tres viviendas de nueva construcción en la calle Jerte han plantado sendas verjas de hierro en pleno acerado invadiendo la vía pública ante el creciente malestar de sus propios vecinos y la indiferencia del ayuntamiento.

"Resulta que para hacer una obrina en casa hay que pedir permiso de obra al ayuntamiento y aquí se comen las aceras y no pasa nada". Así lo ilustraba un vecino esta semana mientras apuraba un vino en la Perla del Valle y es que es un tema de conversación candente en los bares y tiendas del barrio.

Mientras tanto, estas cancelas de hierro labradas son utilizadas para guardar el coche o para exponer ropa al público. Este es el caso de una vivienda en cuyo bajo funciona una tienda que saca los percheros a la acera sin que exista en el ayuntamiento un solo expediente de disciplina urbanística.

La asociación de vecinos no es ajena al malestar general y su presidente, Agapito Díaz, pidió "tomar nota al ayuntamiento o a la Policía Local porque lo que está claro es que la calle no se puede vallar".

LOS EVANGELICOS

En el día en que los vecinos celebran hoy la fiesta del barrio, la asociación no ha querido olvidarse de urgir una solución para el problema de convivencia que generan los ruidos de la iglesia evangélica. Parece que las familias afectadas y el colectivo gitano que profesa este culto han coincidido en que no es un problema de racismo, sino de respeto al descanso.

Pero ambas partes siguen esperando respuesta al ofrecimiento de la concejal de Bienestar Social porque nada se ha vuelto a saber de su promesa de ceder un terreno municipal a los evangélicos para trasladarse del barrio.

En punto muerto está también la petición de la asociación vecinal de pavimentar las calles, remodelar los aparcamientos de la calle Tornavacas, mejorar las instalaciones deportivas o reformar la plaza Luis de Zúñiga.