Así es como los familiares de los desaparecidos desean encontrarlos, pero lo único que de verdad quieren, a toda costa, es hacerlo.

Solo en nuestra provincia son diez las personas de las que se desconoce su paradero y continúa su búsqueda a día de hoy.

Las películas y series han contribuido a generar bulos y creencias en la sociedad que, falta de información acerca de los propios derechos, da por hecho circunstancias que nada tienen que ver con la realidad, como la obligación de tener que esperar a que transcurran veinticuatro o cuarenta y ocho horas, para denunciar la desaparición ante las Fuerzas y Cuerpos del Estado.

Bulos como el que a mí misma me ha llegado esta semana, a través de algún grupo de whatsapp, con el audio de una persona alertando de que en algunos lugares de la Vera, individuos con distintos vehículos, habían intentado secuestrar en varias ocasiones a niños, sin conseguirlo, y que la Guardia Civil y la Policía desmintieron en cuanto confirmaron la desinformación.

Personas de todo tipo, sexo, edad y circunstancias personales pueden sufrir esta desgracia. Como es el caso que ahora más ocupa los medios de comunicación, en este sentido, del pequeño de ocho añitos de edad, Gabriel Cruz. ¿Dónde está y qué han hecho con él? Aún no se ha averiguado nada, salvo el hallazgo de su camiseta blanca, certificada por la Policía Científica como perteneciente al niño.

El miedo es una de las mayores lacras sociales y padecerlo es un calvario con el que día a día viven víctimas de violencia, acoso y otro tipo de problemas como dependencias, enfermedades u otras patologías. Es lo que nos impide ser libres y vivir de forma sana y completa.

Llevar a tu hijo al parque y vigilarlo para que no se pierda o algún desalmado logre arrebatártelo debe de ser frustrante y agotador, sólo devolverlo a casa sin un rasguño puede generar la tranquilidad necesaria para dormir bien por la noche. El problema aumenta cuando crecen y ya no sabes dónde están en todo momento. Las noches se eternizan esperando un mensaje para conciliar el sueño. Y también los padres, mayores y afectados de algún tipo de enfermedad neurológica degenerativa que les desorienta y hace que echen a andar sin rumbo, hasta extraviarse.

Demasiado mal en este mundo. H