En noviembre de 2016 ingresaba un ejemplar adulto de águila real en el hospital de Amus tras recibir disparos en la Campiña sur de Extremadura. Fue recogida por un agente del Medio Natural con una grave fractura en un ala provocada por el disparo. Desde su admisión, los técnicos han trabajado para convertir a este águila en la heroína de una historia de superación.

El pasado 3 de febrero se liberó el animal en la misma zona en la que se halló herida, desafiando una vez más la afrenta de un gremio que en estos envuelto de enorme polémica. El caso de este ejemplar incluido en el catalogo regional de especies amenazadas como ‘Vulnerable’, pone no ya el acento sino que rubrica el impacto de la caza sobre las especies protegidas. Se consideran por miles los ejemplares abatidos anualmente por acciones ilegales que contravienen toda la normativa y que suponen una de las mayores amenazas para las especies silvestres junto a electrocuciones y colisiones con líneas eléctricas.

España, Extremadura sin ir más lejos, pertenece a un área biogeográfica dispar en ecosistemas y exclusiva en lo genuino de especies de gran valor en Europa y en el mundo, conservada como

un producto al vacío hoy convertido en referencia internacional.

Esta matriz de exponente biodiversidad debe ser correspondida con una buena gestión, de ahí la enorme responsabilidad de que perduren en el tiempo.