La Guardia Civil ha desarticulado, en la denominada operación Valdivias, un grupo criminal itinerante de aluniceros, al que se considera responsable de multitud de robos en establecimientos de las provincias de Cádiz, Sevilla y también Badajoz. En concreto, se les achaca la autoría de dos robos cometidos en Zafra, en un intervalo de menos de 15 días, el 29 de diciembre y el 9 de enero pasados, ambos en tiendas de telefonía, una de Vodafone y otra de Phonehouse. No se les relaciona, sin embargo, con el alunizaje que sufrió una tienda de la calle Menacho de Badajoz, también de telefonía, cometida con el mismo modus operandi.

Según informo ayer la Guardia Civil en un comunicado, han sido detenidas 13 personas, que se desplazaban desde Sevilla en turismos de dos modelos concretos: Seat Ibiza y Seat León. Precisamente en Menacho utilizaron dos Ibizas, pero no se ha incluido este asalto entre los atestados de esta operación. El grupo desarticulado era tan activo que cometía robos casi tres veces por semana, principalmente en tiendas de telefonía móvil, perfumerías, estancos y establecimientos de paquetería. Se han recuperado diez turismos que habían sido sustraídos, además de multitud de efectos procedentes de los robos.

La operación se inició tras la comisión de un robo en un establecimiento de telefonía móvil de Chipiona (Cádiz), por el procedimiento de ruptura violenta con mazas de los cristales del escaparate. Una vez dentro, sustrajeron gran cantidad de material. Las investigaciones revelaron la existencia de un grupo criminal afincado en las barriadas sevillanas de Los Pajaritos y Torreblanca, que se había especializado en el robo de turismos de los dos modelos citados, para lo que utilizaban un clonador de la señal de apertura del mando a distancia. Robaban estos vehículos en cuestión de segundos, uno casi cada día.

La banda alquilaba turismos a nombre de personas afines con los que se desplazaban por las provincias de Cádiz, Sevilla o Badajoz y realizaban las vigilancias de sus objetivos. Una vez seleccionado el establecimiento que alunizar, estrellaban uno de los coches robados marcha atrás en el escaparate. En un par de minutos abandonaban el lugar cargados con su botín, que traspasaban a los vehículos alquilados y dejaban el turismo robado abandonado en cualquier lugar. Al día siguiente vendían la mercancía robada a un receptador, que les pagaba en metálico. El ritmo de vida que llevaban era tan frenético que el dinero les duraba pocos días, por lo que tenían que volver a salir a conseguir más.