Tras la Semana Santa, el párroco de La Codosera viene recibiendo determinadas críticas «por no dejar celebrar la Vigilia Pascual». Ahí queda eso y descansan tan tranquilos. Esos vecinos dicen que con la medida del párroco se les impide ir a la parroquia para orar, escuchar la Palabra de Dios, cantar salmos y celebrar la liturgia del anuncio que hace la Iglesia al mundo entero de la Resurrección de Cristo. Se necesita tener la mala suerte de tener un cura párroco tan malísimo y digno de mandarlo a los profundos infiernos. De momento habrá que meterlo en la cárcel para que no escape del pueblo.

Pero, ¿saben una cosa? Es justamente al revés. Resulta que estos susodichos vecinos son los mismos que les impiden al párroco y a los humildes creyentes que quieren celebrar la Resurrección del Señor, poderlo hacer. Imposible poder abrir las puertas del templo.

Sí, aquí quienes no dejan celebrar la Vigilia Pascual son los que se meten en el templo parroquial con campanillos, cencerros, revoleros, silbos de cabreros y petardos. Hasta el punto que dos años consecutivos han echado fuera del Altar al sacerdote profanando y violando el lugar sagrado.

¡Cómo es posible tener que ver y sufrir esto en una sociedad democrática de ahora mismo! Y dicen que van esperar el canto del Gloria, cuando nada más abrir las puertas ya estás entrando con esa orquesta atronadora. Ni saben qué es el Gloria. Y con el agravante de que la mayoría de esos no pisan la Iglesia ni en los entierros.

Al alcalde, que es un buen hombre, discreto, educado y amable, le habrán pedido que hable con el cura para que celebre la Vigilia, pero es seguro que él se siente alcalde de todos los ciudadanos, ya sean cristianos, agnósticos o ateos que tienen los mismos derechos y deben ser respetados.

El edil favorece a todas las asociaciones y entidades del pueblo, también a la Parroquia, es verdad, y comprende que los fieles agradecen sus atenciones, pero no pueden corresponder con las cosas santas como son las celebraciones litúrgicas. Seguro que lo sabe y lo comprende.

Es imposible pensar que en San Pedro del Vaticano se presentara una muchedumbre con campanillos para decirle al Papa cuando había entonar el Gloria. Y estos amantes de las tradiciones saben que antiguamente entraban en las casas con los cencerros, pero hace muchísimos años que las puertas se cerraron por el gamberrismo. Han conseguido que la Iglesia también cierre las puertas con el dolor del párroco y los fieles que se ven privados de la misa por decreto de estos «conservadores».

Jesús no anduvo con rodeos en el Templo, le costó la vida, pero Él siguió viviendo. Aleluya.