Este municipio se encuentra a los pies del monte Jálama, de 1492 metros, y está emplazado en una profunda depresión rodeado de montañas, excepto por el sur. Esta población es conocida por sus singulares espacios naturales, como el paraje de la Cervigona, donde se forma un espectacular salto natural con una caída de más de cincuenta metros. Son muy típicos del municipio los bordados artesanales y los encajes de bolillos.

Acebo presenta una interesante arquitectura popular de entramado y adobe, mampostería y barro, alzadas en tres pisos. La planta baja está destinada al pajar, cuadra y bodega, la intermedia a vivienda y la última es el sobrao, reservada a secadero y almacén. También hay otras viviendas de estilo más noble en las que resaltan sus ventanas góticas-renacentistas geminadas, sus portadas de medio punto o adintelados y sus escudos nobiliarios.

El edificio más sobresaliente de la arquitectura acebana es la parroquia de Nuestra Señora de los Angeles. Construida a partir de sillería labrada, consta de una puerta rectangular alargada y altos muros. Está acompañada de una torre y una sacristía.

Las obras del templo comenzaron hacia el año 1508 sobre un edificio primitivo y finalizaron en el año 1601. Intervinieron en tal encomienda arquitectos como Antonio de la Puente, Diego de Barreda, Juan de Alviz y Pedro de Ybarra. Esta iglesia representa uno de los monumentos de la arquitectura gótico-renacentista más importante de la provincia cacereña y de Extremadura.

Su retablo mayor es una verdadera obra de arte clasicista, creada por Alonso de Balbás en el siglo XVII. Las esculturas y relieves, del siglo XVII, se deben al placentino Pedro de Sobremonte, y las pinturas del siglo XVII pertenecen a Paulo Lázaro. Otros interesantes retablos decoran los muros del edificio religioso.

La ermita del Cristo guarda la talla del Nazareno, una Virgen Dolorosa y un Crucificado.

Las encajeras de bolillos, distribuidas por toda la sierra pero con mayor influencia en Acebo, tejen con simples hilos auténticas filigranas que se destinan a decorar los juegos de cama, mantelerías y pañuelos que las hijas heredan en forma de ajuar. Este producto se ha convertido ahora en uno de los productos estrella de la artesanía extremeña. En las calles de Acebo se puede ver a las bolilleras cómo trabajan sentadas en la puerta de sus casas.

Acebo tiene en su término tres piscinas naturales: la presa y paraje de La Cervigona, la de Javero en el camino del Puerto de Perales, y la del río Carreciá. Todas las piscinas disponen de barbacoas.

Se encuentra aquí la vegetación atlántica y la mediterránea, como demuestran los espesos brezales y los abundantes jarales.