Hace meses que Andrés Bejarano anunció que su compromiso al frente del hospital Campo Arañuelo duraría hasta su incorporación como otorrinolaringólogo en el complejo hospitalario cacereño San Pedro de Alcantara. Tras trabajar nueve años en Navalmoral, tres de ellos como director del centro, este pacense confiesa que se lleva "dos hijos moralos y grandes amigos tanto fuera como dentro del hospital".

--¿Qué le llevó a aceptar el cargo de director del centro hospitalario moralo?

--Tres circunstancias, primero que se daba el proceso de transferencias, histórico en la sanidad extremeña y como extremeño tenía que echar una mano; el segundo es la persona del Consejero de Sanidad, Guillermo Fernández Vara; y, desde el punto de vista personal, quería conocer las labores de gestión. En teoría gestores y médicos siempre han estado algo enfrentados.

--¿Qué es lo que más valora de su paso por el mundo de la gestión sanitaria?

--He aprendido mucho de gestión sanitaria, de relaciones con el personal y con personas en la comunidad extremeña vinculadas a la gestión. Tengo muchas experiencias positivas.

--¿Y negativas?

--En un puesto directivo el compañero te mira con un poquito de desconfianza, pero poca porque todo el mundo colabora.

--¿Cómo es el Hospital Campo Arañuelo en la actualidad?

--El trato es muy familiar, con mucha relación interpersonal. Es un centro hospitalario pequeño en el que coincide mucha gente a diario. Además tiene profesionales bien preparados, una plantilla relativamente joven y con capacidad de adaptación a las novedades. Tengo que decir que durante los tres últimos años este hospital ha sido puntero en cuanto a resultados en el Servicio Extremeño de Salud, a pesar de las obras que se han realizado en el edificio.

--¿Qué se lleva de Navalmoral de la Mata después de casi una década en la ciudad?

--A mis dos hijos nacidos aquí y grandes amigos tanto fuera como dentro del hospital. Voy a seguir viniendo entre otras muchas razones por mi hijo Daniel que no se quiere ir.