El Carnaval hurdano es el más particular de todos cuantos hay en Extremadura, pero este año ha sido tan singular que se ha celebrado --tras su aplazamiento por lluvia-- ya entrada la Cuaresma. En las alquerías de Fragosa y Martilandrán la jornada del sábado se vivió una especie de caos organizado en el que sucedía todo lo previsto según la tradición, pero al ritmo y voluntad de los cientos de participantes, sin atender a programas ni normas establecidas. Y es que ahí está la gracia de este carnaval ancestral y absolutamente popular.

Este año, una vez más por aclamación espontánea entre los que estaban 'enzamarráuh', 'entruejáuh' y 'encarantoñáuh' se decidió que el rey del antruejo era José 'Badul', un "buen hijo de Martilandrán, que siempre buen mozo y soltero, pero si alguna tiene un interés determinado en él no hay ningún problema. Acepta de mil amores cualquier proposición. Tuvo 14 novias, sin contar las que estaban un poco tuertas y legañosas", según se explicó durante su toma de posesión. El rey saliente, Santiago Blanco, de Casar de Palomero, le entregó los atributos de su reinado: un bastón con el año del carnaval y su nombre grabado y una ristra de ajos "para espantar todo lo malo que pueda venir, porque 2013 fue chungo", dijo Santiago.

Una vez que fue coronado 'Badul' por "buen amigo, compañero y por todo lo que le querían en su pueblo" --sin pregón de antruejo porque el papel se perdió en el fragor de la fiesta-- ambos reyes se pusieron a bailar en el escenario. Eso sí, la corona de rey del Burger King casi se le caía de la peluca.

Animación

La animación en las calles de Martilandrán era máxima, especialmente en el bar Dani, donde la charanga y los tamborileros llegados de todos los pueblos cercanos formó una algarabía indescriptible. Curiosamente, eran muchos los tamborileros vestidos de mujer. Los personajes del Carnaval hurdano son muy especiales. Por allí pululaba el Morcillo, un pelele con cabeza de cabra y cuerpo de hombre que luce unos atributos masculinos descomunales y que acabó en la hoguera en medio de los sollozos de las mujeres que disfrutaron de ellos. También estaban el Obispo, los diablillos que tiran paja a la gente, la mona, el 'pelujáncano', la vaca pinta y muchos más que pusieron en escena 'corrobras' de Martilandrán, El Cabezo, El Gasco y Cerezal.

Pero nada está programado. Lo mismo aparece la mona a lomos de un burro, que comienza el parto de la Tía Rechoncheta rompiendo aguas en medio de la gente. Es difícil calificar este carnaval telúrico y ancestral. Solo puede decirse que hay que ir a verlo y que cada uno saque sus conclusiones. Lo único que se puede afirmar con rotundidad es que se comió y bebió a 'jinchapelleju'.