La localidad de Barrado se encuentra enclavada al norte de la provincia, en las estribaciones de Sierra de Gredos, entre la Sierra de San Bernabé y la de Piornal, en la falda de esta áspera y escabrosa sierra, mirando al poniente. Geográficamente no pertenece a la comarca natural del Valle del Jerte, que le queda a la derecha, del que le separa la Sierra de San Bernabé ni a la de la Vera, de la que está separada por montes. Barrado se encuentra entre unos pequeños valles que le separan de las comarcas del Valle del Jerte y de la Vera.

Según los documentos que existen, Barrado fue fundado antes de 1494, año en que ya figura en los censos como aldea de 55 vecinos pecheros. En 1753 adquiere el título de Villa vinculada a don Antonio Díaz de Vargas Coronel Tamayo y Rosa.

Tiene un clima muy suave en verano, dado que está rodeado de grandes masas forestales de Castaños y robles que ocupan alrededor de las tres cuartas partes de su superficie, dedicándose el resto al cultivo del cerezo, olivos, otros frutales y praderas, con pequeñas extensiones de huertos, cada vez menos, para el autoconsumo familiar de hortalizas.

De su patrimonio destaca la iglesia parroquial de San Sebastián, románica del siglo XVI, con un vistoso altar mayor muy barroco, obra sin duda de alguno de los entalladores de retablos nacidos en Barrado, los hermanos de la Ianzera Velasco, que dejaron muestras de su arte en muchas de las iglesias veratas.

También hay dos ermitas, la del Cristo del Humilladero situada a la salida del pueblo, de estilo mudéjar, y la de la patrona Nuestra Señora del Viso; atalaya con vistas panorámicas de incalculable belleza, desde donde se divisa toda la parte final del Valle del Tiétar. Sobre una elevación próxima a la villa serrana de Barrado, se yergue esta ermita, desde la que se divisa una generosa panorámica sobre la baja tierra verata. Es una obra dieciochesca cuya arquitectura y disposición es semejante a la de Piornal con acceso en arco, nave dividida por tres arcos con estribos exteriores, bóveda acañonada, cúpula hemisférica en la capilla mayor. Se embellece el testero por un retablo dieciochesco, ornamentación barroca, de ático curvo y cuerpo separado por dos columnas que escoltan la hornacina donde se venera a la patrona, una talla meritoria de la Virgen con el Niño, así como otras piezas escultóricas interesantes. Esta ermita es, sin duda, de bastante más valor y amplitud que la ermita del Cristo del Humilladero, de estructura cuadrada, portada en dintel, precedida de un soportal moderno.

Sus bellos alrededores de castaños y robles son toda una invitación a realizar senderismo en las múltiples rutas que hay preparadas.