Situada sobre la misma Vía de la Plata, en la N-630, la localidad de Cañaveral se emplaza en la vertiente meridional de la sierra del mismo nombre, a caballo entre la fosa del Tajo y el puerto de los Castaños. Su historia está ligada, debido a su situación geográfica en el antiguo camino real, a la trashumancia desde tiempos de la Mesta.

Cañaveral data del siglo XVI, época en la que se denominaba Cañaveral de Alconétar y estaba bajo el dominio de los templarios, aunque más tarde se la conocería con el nombre de Cañaveral de Las Limas. Sus posadas y cambio de postas sirvieron a las cabañas trashumantes en el paso del vado del Tajo en la barca de Alconétar. Es lugar de tránsito desde la época de los romanos.

Las crónicas de antaño narran la dominación de estas tierras por la corona de Aragón, tiempos de guerra en los que el caudillo Almanzor avanzó hacia Galicia. Además, las disputas por el castillo de Portezuelo entre templarios y alcantarinos, y la cercanía de Cañaveral a estas violentas controversias, le impidieron quedar ajena a tales contiendas. Finalmente la orden de Alcántara se hizo con el castillo, convirtiéndolo en cabeza de encomienda con un extenso término que incluía la localidad de Cañaveral.

URBANISMO

La población tiene una estructura algo irregular en torno a la plaza, donde se pueden contemplar algunas viviendas bajo soportales de arcos de medio punto y donde destacan, sobre todo, el tamaño y volumen de sus chimeneas, y la belleza y singularidad de algunas de ellas, todavía en uso.

De los edificios religioso, el principal es la parroquia de Santa Marina, muy cercana a la plaza y uno de los templos más antiguos de la comarca, que conserva varios retablos barrocos y uno, el mayor, de estilo rococó. Pero el municipio tiene además varias ermitas: las dedicadas a San Roque y al Cristo del Humilladero, y los restos de lo que fuese la de la Consolación. A escasos kilómetros se encuentra el santuario de Nuestra Señora de Cabezón, patrona de Cañaveral, de arquitectura barroca, que alberga la imagen de la Virgen con el Niño, del siglo XII. A tres kilómetros de la localidad está el barrio de El Arco o el Arquillo, una especie de pequeño poblado con algunas casas típicas y que actualmente sólo está ocupado por dos o tres familias. Conserva en algunas de sus casas los elementos típicos de la tradición ganadera, pudiéndose también admirar un enorme olmo de especial belleza.

Finalmente, en dirección hacia la capital placentina se halla Grimaldo, un barrio situado a ocho kilómetros pero que depende administrativamente de Cañaveral, al igual que la denominada barriada de la estación.