Los moralos despidieron ayer su multitudinario Carnaval con el tradicional y popular entierro de la sardina que congregó a un público numeroso y al grupo de lloronas que no dejaba de lamentar la muerte de Don Sardino mientras caminaban vestidas de negro en señal de luto.

El grupo se congregó sobre las doce de la mañana en la plaza de España, frente al ayuntamiento para iniciar un largo recorrido custodiando todos a la sardina, que era trasladada sobre un tractor. Durante el trayecto se lanzaron cohetes y tracas y la comitiva realizó la habitual parada en el hogar de mayores. Allí, se repartieron cientos de raciones de pan, embutidos y bebidas.

Después, pasó por los barrios del Cerro, Jumisa, Caperjar y del Molinillo donde se repartieron más raciones de sardinas. Tras degustar este pescado, los amantes del Carnaval se enfrentaron a uno de los momentos más tristes con la despedida de las fiestas y la quema de la sardina. De esta manera, dejaban atrás seis días intensos de diversión.