De nuevo la Diputación de Cáceres tiene obras en varias carreteras de Sierra de Gata. Tras recientes intervenciones en las carreteras Hoyos-Cilleros y Perales del Puerto-Cilleros, están en obras otros tramos en la carretera desde San Martín de Trevejo a El Payo --Salamanca-- y de Valverde del Fresno a Navasfrías (Salamanca).

Los casos más destacados son los de San Martín de Trevejo a El Payo y la carretera de Valverde del Fresno a Navasfrías. Se trata de pequeños puertos de montaña que enlazan con la provincia salmantina, con clara dimensión local, puesto que el grueso de enlace con Salamanca se canalizan por el puerto de Perales. Tal como se conciben los proyectos señalados, lo desproporcionado de las obras queda reflejado en su montante económico: entre 8.000 y 1.000.000 de euros para tramos de apenas tres kilómetros. ¡Casi a 50 millones de las antiguas pesetas por kilómetro!

En todos los casos se trata de "proyectos de acondicionamiento" de las carreteras actuales. El planteamiento es idéntico a las actuaciones de diputación hace unos diez años, actuaciones que, salvo algunas excepciones, se caracterizaron por lo aparatoso y desproporcionado de las obras, consecuencia de unos proyectos sometidos al rigor de normativas e instrucciones que finalmente se traducen en parámetros técnicos estandarizados por programas informáticos y buscando una compensación de tierras a costa de desmontes que favorecen los desprendimientos y terraplenes de grandes dimensiones debido a la pendiente, entre otras severas afecciones tanto sobre el medio natural, humano y socioeconómico en general. La muestra más desorbitada es la primera fase construida en la carretera Valverde-Navasfrías.

Ahora la respuesta social ha sido escasa, pero con la movilización ciudadana y los abundantes artículos de prensa difundidos hace justamente 10 años, los métodos de trabajo llegaron a enmendarse. Se ejecutaron algunos tramos respetuosos, donde las carreteras seguían siendo vías de comunicación y no meros ejercicios de diseño por ordenador ejecutados como cortas mineras.

Circunstancias similares se han dado en otras comarcas cacereñas como Hurdes o Villuercas, que están luchando por la defensa de su identidad desde claves de desarrollo sostenible, incompatibles con este tipo de proyectos, como denunció también en su momento la Plataforma para la Defensa del Patrimonio Natural y Cultural de Las Villuercas.

No sólo se trata de que las obras dispongan del trámite administrativo que supone la declaración de impacto ambiental, sino que el cariz de las obras en sí constituye un ataque directo y sin contemplaciones al medio natural y social, de cuyos valores y recursos se alardea en los folletos, campañas y reclamos publicitarios turístico. Sin duda, en el mundo rural extremeño hay demandas y necesidades sociales que cubrir mucho más perentorias que transformar los antiguos caminos vecinales, sin duda suceptibles de mejora, en carreteras de proporciones injustificables que no responden a una demanda de uso real.