Isabel García Bautista falleció a los 87 años el pasado 1 de diciembre y quienes la conocían aseguran que "era como una segunda Cayetana de Alba". Nació en Coria, aunque por motivos profesionales de su esposo, Máximo, tuvo que emigrar al País Vasco, en concreto, a Santurce. Varios años después y tras llegar la jubilación de Máximo, ambos regresaron a Coria, donde al poco tiempo se quedó viuda.

Pero, Isabel, a pesar de la pérdida de su esposo nunca se sintió sola ya que en todo momento contó con el apoyo y el cariño de Carmen, la única de sus tres hijos --dos chicas y un chico-- que reside en Coria, los otros en Bilbao. Su avanzada edad y los problemas que sufrió de corazón llevaron a Carmen a tomar la decisión de traerse a su madre a su casa, en el barrio de San Juan. "Era muy alegre, le gustaba disfrazarse en carnavales, ir a bailar, ir de excursiones, era muy habladora, divertida y con un carácter muy abierto", dijo.

Precisamente esta alegría y su visión positiva de la vida quiso que quedaran perennes para siempre en los seres queridos que dejaba y por ello, días antes de morir, le transmitió a su hija cinco deseos para que se cumplieran que ha cumplido. "Nos dejó dicho que no quería un funeral, sino una despedida de familia donde nos reuniéramos los hijos, nietos y sobrinos carnales. Además, nos indicó el restaurante donde teníamos que cenar, en Julia Catering, y que el menú no tuviera pescado. Nos dejó también el dinero para poder pagarlo todo", explicó emocionada su hija.

Que no se fuera de luto fue una segunda petición, que también ha sido cumplida. "Me pidió que nadie se pusiera de negro y así lo hicimos", añadió Carmen desde el sillón de su casa con la mirada puesta en el sofá, donde su madre se sentaba todas las tardes para ver la televisión. "Era una gran aficionada a los toros, veía muchos videos de fiestas de toros y corridas", apuntó.

Pagar las misas

Además, su amor por los demás y su preocupación por hacer siempre el bien le llevaron a pedir un tercer deseo antes de morir. "Quería que pagara nueve misas por ella por si había dejado alguna falta con Dios o con alguien", relató Carmen quien, fiel a su madre durante nueve días, ha acudido todas las tardes a la parroquia de San Ignacio de Coria para escuchar misa.

El cuarto deseo descansa ya junto a Isabel. Es la Virgen de Argeme, por la que sentía una especial devoción y total entrega. "Nos pidió que la lápida del cementerio fuera oscura y tuviera grabada la imagen de nuestra patrona", manifestó.

Finalmente, antes de su adiós, dejó un quinto y último deseo: tener flores frescas junto a su lápida el primer año. Por eso, cada día desde el 1 de diciembre reposan margaritas blancas y amarillas junto a la tumba de Isabel, que ya tiene cumplidos sus deseos. Desde el cielo estará disfrutando al verlos hechos una realidad.