Pedro Martín Pérez reside en Barcelona, está casado con Ana Sotelo Rodríguez , gallega de la perdida aldea de Sas de Junqueras, en Ourense, y tiene dos hijos y dos nietos. Emigró a Cataluña a los 16 años, en 1968, después de saber lo que era el duro trabajo del campo en su pueblo natal, Santibáñez el Bajo. Por tierras catalanas trabajó en mil oficios hasta que se formó como mecánico de mantenimiento de la multinacional Televisiva Philips, donde estuvo 38 años. Pedro es el hijo pequeño de Hermenegilda Pérez Cabezalí , que el pasado 13 de abril cumplió 104 años. El es muy consciente de que "la felicidad de una madre es más importante que todo el oro del mundo". Varios meses al año se traslada a Santibáñez, junto con su esposa, para atender y mimar a su madre, que conserva una salud envidiable.

La misma labor desempeñan sus hermanas Marciana y Antonia y sus cuñados Jacinto y Celestino , que, desde Valencia y el País Vasco, respectivamente, pasan otras temporadas en la localidad, cuidando abnegadamente de la centenaria. Lo mismo se puede decir de su hermano Angel y de Mari , su mujer, aunque éstos viven en el propio pueblo. Gracias a Pedro , Hermenegilda (o Ti Ilda , como le dicen en el lugar) ha ido desgranando los aconteceres de su larga vida.

Infancia dura y la guerra...

Rufina Cabezalí Domínguez murió bastante joven y dejó varios hijos de corta edad. Uno de ellos era Hermenegilda , la cual, junto con sus hermanos Felícitas y Julio , fueron recogidos por su tío carnal Primitivo Cabezalí Domínguez , que tenía una huerta junto a la Rivera del Bronco. El padre de Hermenegilda, Dámaso Pérez Barros , era carbonero y andaba día y noche por los montes de La Oliva y de Montehermoso y no podía atender debidamente a sus hijos.

En la huerta de su tío Primitivo , tuvo que trabajar de lo lindo hasta que se echó novio y su padre "le dio permisu pa casalsi". Contrajo matrimonio con Alberto Martín Paniagua , más conocido por Ti Alberto 'El Lobo' , quien fue aleccionado por su suegro en el oficio de carbonero. Mientras Alberto no paraba de fabricar carbón de encina, Hermenegilda salía con un burrito por los pueblos del entorno a vender la mercancía. Días de invierno, con agua y frío, pateando malos y solitarios caminos.

Con gran tristeza recuerda Hermenegilda los años de la Guerra. Refiere que se llevaban a la fuerza a los mozos. Algunos se escondían y tenía que ir la Guardia Civil a buscarlos. Las madres y las hermanas no paraban de llorar a la hora de la cruel despedida. Relata que un día llegaron varios hombres con pistolas y fusiles y se quisieron llevar a los vecinos que eran de izquierdas, para matarlos en cualquier barranquera. Pero don Rufino García Flores , que era el cura que la había casado, junto con don Fulgencio Corrales Martín , que era el médico del pueblo, lo impidieron. No se libraría, sin embargo, un primo hermano suyo, Patrocinio Cabezalí Moreno , que era secretario del ayuntamiento de Salorino. "Era un hombri de los buénuh c,había, y no polque juera mi primu, y solu lo asesinarun loh creminálih polque era de izquierda", evoca, con gran pesadumbre Ti Ilda . Su marido también fue movilizado y ella le pidió muchas veces al Cristo Bendito que no le pasara nada en los combates. Regresó sano y salvo.

Pero también tuvo ratos buenos Hermenegilda . Ella se emociona alegremente de los buenos bailes al sitio del "Bailaeru del Legíu", en compañía de sus grandes amigas: Rufina 'La Gata' y Pifania la de Zósimo 'el de las Estacas' , cuando tocaba el tamborilero Ti Marcelo 'Moraguín' . Y se acuerda, igualmente, del salón de baile de Ti Aniceto , de las fiestas del Cristo y de San Blas, de los carnavales, del año de la quinta y de las capeas que se hacían en la plaza. Menciona con gran cariño a sus tías Feliciana , Valeria , Casta y Constantina , que le enseñaron a hacer las perrunillas, los buñuelos y las roscas de leche.

Hermenegilda dice muy ufana que crió a sus siete hijos con lo que tenía y, cuando estaban malos, los curaba con hierbas del campo. Y en aquellos años de bastante mortalidad infantil, ninguno se le murió. Toda la familia vivió muchos años en la "majá del ganau", porque tenían que cuidar de cabras, ovejas y gallinas a todas horas, ya que andaban muchos lobos, zorras y milanos por los campos.

Hoy en día, cuando ya han fallecido dos de sus hijos, Hermenegilda , como creyente, le da gracias al "de Arriba" por haber llegado a cumplir tantos años sin grandes achaques. Por nuestra parte, la felicitamos efusivamente y le deseamos que llegue a los abriles de venideros años con la misma salud que hogaño.