Torrejoncillo vibró ayer y lo hizo entre el fervor y la devoción que sus vecinos sienten por la Inmaculada Concepción. Una admiración que volvió a palparse, por la noche, en las calles de este pequeño pueblo del valle del Alagón en una noche fría, sin lluvia, y que es la más esperada del año por sus habitantes con motivo de las fiestas de La Encamisá, una celebración que ostenta el honor de ser de Interés Turístico Nacional desde el año 1974 y que une historia, tradición y fe, entre la diversión. Ayer, una vez más, volvió a suscitar el atractivo de numeroso público llegado de distintos lugares de Extremadura y de fuera, que quisieron ver en vivo esta fiesta.

Uno de los grandes protagonistas fue Antonio Crespo, que a sus 53 años de edad veía cumplido el sueño de ser el mayordomo por promesa y de portar el estandarte con la imagen de la Virgen de la Inmaculada que llevó, cargado de emoción, durante la procesión por las calles del pueblo. «Estoy muy nervioso y emocionado, esto es impresionante, son muchos años los que llevo esperando vivir este momento», comentó ayer instantes antes de vestirse con la tradicional sábana blanca con la imagen de la Virgen. Un acto, envuelto de un gran silencio y sentimiento, y que realizó acompañado de su esposa e hijos, en su casa en la calle Amargura, número 3. Precisamente, desde este lugar salió instantes después sobre un caballo, acompañado de sus dos hijos, Pedro Antonio y Daniel, también jinetes, para dirigirse hasta la sede de la Asociación de los Paladines para recoger los faroles. Y, seguidamente, iniciar otro camino importante como es hasta la iglesia de san Andrés Apóstol para recibir el estandarte y procesionar por las calles durante unas tres horas. Todo un acontecimiento arropado de unos 175 jinetes y 200 escopeteros.

Tras los momentos de emoción vividos, llegó la hora de endulzar la noche para lo cual el mayordomo agasajó al público con dulces típicos, en concreto, varios kilos de coquillos, cañas y rosetas, acompañados de vino.

Otro de los protagonistas en el día de ayer fue Juan Bartolomé López, que este año se ha estrenado como presidente de la Asociación de los Paladines, un cargo que ha cogido para cuatro años. En su caso, confesó que desde niño lleva viviendo estas fiestas como jinete y que este año, por primera vez, ha tenido que dejarlo a un lado dada su responsabilidad como presidente. «Este año estoy viviendo las fiestas desde otra perspectiva, pero con nuevas sensaciones y emociones que estoy disfrutando al máximo», confesaba instantes antes de iniciarse la procesión de estas fiestas que, según alguna leyenda, su origen se encuentra en la batalla de Pavía que tuvo lugar en 1525.

No obstante, el programa de la fiestas incluye, además de las celebraciones propias del fervor religioso a la virgen, otras actividades, hoy y mañana, para personas de todas las edades, como es una exposición de carteles en la casa de la cultura y juegos para los más pequeños.