Nada más ponerse el sol comenzaron a divisarse desde varios kilómetros antes de llegar a Jarandilla de la Vera, varias columnas de humo que emergían sobre los tejados del casco urbano.

Era el preámbulo de lo que iba a ser la gran noche de "Los Escobazos", en la que volvieron a ser pasto de las llamas varias toneladas de leña y escobas secas, que convirtieron el casco urbano en una hoguera, con lenguas de fuego móviles, manejadas hábilmente por los portadores de escobones.

Un año más la hoguera de mayores dimensiones, con varios metros de altitud, fue la que había "plantada" desde dos días antes en la Plaza de la Ermita de la Virgen de Sopetrán. A las 22.00 horas llegaban a aquel lugar una treintena de jinetes, cuyo mayordomo portaba el estandarte de la Virgen, en medio de una masa humana que dificultaba el paso de las caballerías.

Pero sin duda, uno de los mayores momentos de júbilo de la noche, se había vivido 30 minutos antes en la Plaza del Ayuntamiento, cuando el sacerdote entregó el estandarte de la Purísima Concepción al mayordomo.

FRENETICOS

Entonces los escobones encendidos fueron agitados de forma frenética y los vivas a la Virgen resonaron por las calles más próximas.

Fue en ese momento cuando comenzó una lenta procesión, especialmente a lo largo del recorrido por las calles del casco antiguo, en la que hubo que lamentar algunos percances. Entre estos últimos se encuentran las lesiones de tibia y peroné que sufrió una joven que tuvo que ser evacuada al Hospital Campo Arañuelo de Navalmoral, al ser pisada por un caballo. Además hubo un esguince y algunas torceduras de tobillos, según informaron fuentes de Cruz Roja. Además destacaron las dificultades que "hemos encontrado a la hora de evacuar a la chica herida", debido a las estrecheces de las calles y a los miles de personas presenciando esta singular fiesta, declarada en su día de Interés Turístico Regional.

Tanto Cruz Roja, como Protección Civil, Policía Local y Guardia Civil, trabajaron denodadamente para que todo saliera bien.