TNto seré yo quien saque agua de las piedras, ni el que coja agua con un cesto o diga que de este agua no he de beber. Pero sí digo, con Leonardo da Vinci , que "el agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza". Y también parafraseo al poeta y ensayista británico W.H. Auden : "Miles de personas han sobrevivido sin amor; ninguna sin agua".

A muchos de nuestros medios rurales el agua corriente llegó en plena etapa democrática. Serían tiempos de nuestras patrias infantiles cuando, en algunos estíos más que resecos, los manantiales que surtían de agua al lugar sufrían un enorme bajón y había que amañárselas para llenar los cántaros. Colas en la "Juenti Lugal" (Fuente del Lugar), de día y de noche. Con un puchero o una lata había que recoger el escaso agua que manaba y vaciarla y colarla (paño sobre la boca de las vasijas de barro), a fin de tener la tinaja llena. O ir a buscar el agua a las norias (pozos de gran diámetro, sin brocal y que servían para regar los huertos por el sistema de cigoñal), que también se resentían por el estiaje. Al menos, que hubiera para calmar la sed, que otras higienes y menesteres podrían esperar.

Aquellas épocas, que no son tan añejas, distan muy poco de las penurias de ciertos pueblos actuales a la hora de tener acceso al agua potable y saneamiento básico. Pero ya no nos acordamos de aquello y, ahora, cuando el grifo corre a chorro, hasta hay muchas villas y lugares que tienen la desvergüenza de incluir, en sus programas de los festejos veraniegos, la llamada "fiesta del agua", que no consiste en otra cosa que en remojar al personal, empaparlo de la cabeza a los pies. Y decimos "desvergüenza" porque esa fiesta es toda una triste afrenta a esos 768 millones de personas que carecen de agua potable en el mundo. Y máxime cuando, según la OMS y la UNICEF, cada día mueren una media de 1400 niños menores de cinco años en este maldito planeta por la carencia del líquido elemento.

Resulta muy chipirifláutico que el celebrado comediante y actor estadounidense William Claude Fields dijera aquello de: "Yo no bebo agua; los peces fornican en ella". Pero cuán cierto es que algo tendrá el agua cuando la bendicen y por algo se ha instituido el 22 de marzo como el "Día mundial del agua". Basta, pues, de tanto derroche acuoso en alocadas fiestas patronales. Pueblos hay en esta Extremadura nuestra en que, en el tórrido verano, se lo pasan en grande, riéndose a carcajadas y sin el menor remordimiento de conciencia, con sus malditas "fiestas del agua".

XY NO PIENSANx que los vecinos del pueblo de al lado a lo mejor sufren severas restricciones en el consumo diario o, como está pasando ahora mismo, se les prohíbe desviar el agua de las gargantas para regar sus liliputienses huertecillos, pues no alcanza para beber. Hace falta más solidaridad, empezando por los que confeccionan esos programas de fiestas y por los que ordenan ejecutarlos. Bien decía el escritor y ensayista italiano Hugo Ojetti que "la solidaridad es la fuerza de la gente débil". Y, amañándolo, bien dice el refrán que "agua que no has de beber, guárdala para el que tenga sed".