Por una carretera rodeada de sierras y enclavada en un pequeño valle con algunas piscinas naturales formadas en el río Ibor se llega a Fresnedoso de Ibor, que posee una iglesia parroquial del siglo XV y principios del XVI, construida en mampostería y sillería.

Gracias al testamento de Alfonso Fernández del Bote, se sabe que en 1329 esta villa formaba parte del mayorazgo de Belvís, por lo que su decurso histórico corrió parejo a esta casa, incorporándose, con el tiempo, en virtud de particiones y herencias, al señorío de Deleitosa.

Esto es, sin embargo, lo único que se sabe de su historia, ya que tanto de este periodo como de cualquier otro no aparece información alguna sobre sus pobladores, pues ni siquiera en otra fuente como es la encuesta de T. López se revelan datos como para avalar el origen de los mismos, sirviendo de ejemplo la contestación que da el vate local a la citada encuesta: "No hay noticia de cuándo ni por quién se fundó este pueblo, no tiene armas algunas, ni escrito alguno de haberlas tenido, ni sujeto de algún lustre, pues todos son labradores pobres, no tiene edificio alguno, ni castillo, ni memoria o vestigios de haberlo tenido".

A la hora de hablar de su orografía, señalar que la forman valles de buena calidad y sierras con topografía agreste de las que destacan las sierras de Torneros, Gallega, Pimpollar y Caida; los montes Risquillo y Pedereón; los cerros Camorro y Loberas y las Lomas Tejoneras, Valherros y Vales.

Destacar, asimismo, que en la zona no falta el agua, cuyo curso principal es el del río Ibor, además del de arroyos como el de Fresnedoso y Torneros y los Barrancos de Vallehondo y Regajos.

CLIMATOLOGIA

Sobre su clima decir que Fresnedoso de Ibor disfruta de un clima mediterráneo con inviernos suaves y verano secos y calurosos. Su vegetación autóctona está marcada por la presencia del bosque mediterráneo con encinas y alcornoques junto a especies de matorral como la jara, o aulaga.

La población de Fresnedoso ha mantenido un crecimiento irregular con bastantes oscilaciones, hasta que a mediados de 1950 alcanza su techo poblacional con 1.123 personas, aunque al día de hoy se sitúa en torno a los 360 habitantes, debido a la emigración que, a partir de 1960, hizo descender el censor.

La actividad económica es la agricultura y la ganadería, mientras que sus características orográficas hacen que el terreno se considere desde la antigüedad como el reino de las cabras .

La cocina que más practican sus habitantes ofrece exquisitos platos como las famosas migas con torreznos, el ajoblanco, el cabrito asado o en caldereta.