La localidad cacereña de Montánchez vivió esta semana un acontecimiento tan curioso como sorprendente. El pasado jueves, mientras deambulaba por la carretera, sus dueños encontraron a un perro dos días después de haberlo dado por muerto y enterrado en las proximidades de una finca propiedad de estos.

La triste noticia del repentino fallecimiento de Wilson, como así se llama el bóxer marrón de pocos meses de edad, tuvo lugar el pasado martes. Su dueña, María A., vecina de la localidad, se lamentaba de que el can había gozado de mala salud desde el principio. No obstante, a la dueña no dejó de sorprenderle y entristecerle tal desenlace.

Ese mismo día, el martes, los dueños enterraron a Wilson en una zona boscosa al lado de un olivar en la Sierra de Montánchez. Introdujeron al bóxer en un saco y después lo cubrieron con piedras. "De esta forma no se comerían sus restos los zorros u otros animales", ha asegurado María.

Sin embargo, y para su asombro, el jueves, José María F., marido de la propietaria del perro, se dirigía a la finca cuando en la carretera se encontró al animal. "Estaba muy delgado y completamente desorientado", ha explicado. Al verlo, se bajó del coche y cuando fue a coger al can, el animal, que se encontraba seguramente atemorizado, echó a correr y se calló a un zarzal. Finalmente, José María pudo introducirse en la mata espinosa y consiguió rescatar sano y salvo a Wilson.

UNA APNEA Después de este episodio los propietarios llevaron al perro al veterinario, que les explicó que lo más probable es que hubiera sufrido una apnea, lo que provocó que el cuerpo del animal se paralizara y por ello parecía que estaba muerto. "El veterinario nos dijo que era la primera vez que se topaba con un caso de este tipo. Menos mal que no cubrimos su cuerpo con tierra porque no habría podido salir de allí", ha manifestado María.

Así, Wilson permaneció durante varias horas en periodo de observación, pero, afortunadamente, con el paso del tiempo, su situación comenzó a evolucionar de manera favorable y los dueños pudieron llevárselo a su domicilio.

Sin embargo, las secuelas de su entierro continúan ahí. "En el rabo ya empezaba a tener gusanos. También le han tenido que poner tres puntos en la cabeza como consecuencia de la caída", ha comentado el marido de la propietaria.

"Ahora puedo decir que los milagros existen. Ha sido una noticia muy alegre para mí y para toda mi familia porque le tenemos mucho cariño al animal. Incluso nos estamos planteando la posibilidad de cambiarle el nombre por el de Lázaro", ha señalado su dueña.