Este pueblo está situado en la falda oeste de los Montes de Tras la Sierra, en el extremo occidental de Gredos, entre el valle del río Ambroz o Cáparra y la línea de las cumbres, a su vez divisoria de aguas de río Jerte. Goza de un clima de tipo mediterráneo continental templado con una temperatura media cercana a los 15 grados centígrados. Bañan su término municipal las gargantas que proceden de la sierra, entre otras, la Del Perdido y la De Salugral o Recoba.

Sus entornos naturales se caracterizan fundamentalmente por la presencia de castañares, robledales, alcornocales, junto a otras especies que componen el matorral como brezo, ahulaga, madroñeras y tojo.

La actividad económica de Jarilla se la reparten el sector primario, en un 50%, seguido del de los servicios que ocupa al 23% de la población, y una escasa producción industrial. La ganadería, dentro del primer grupo, es la que se lleva la palma.

EDIFICIOS A DESTACAR Su monumento principal es la iglesia parroquial de San Gregorio Magno, obra comenzada en el siglo XVI y continuada con posteriores en el siglo XVII. En la portada principal de la misma se observa la fecha de 1852, año en el que se procede a su reedificación.

Además, se conservan los restos de un pequeño templo romano en el cerro de Piedraslabradas. Es una obra de planta rectangular y de piedra granítica muy abundante en la zona, aunque del mismo tan sólo se conserva la cella y no queda nada de la naos y pronaos.

Jarilla forma parte de la mancomunidad Trasierra-Tierras de Granadilla, situada al noroeste de la provincia de Cáceres, que entre sus fines quiere que se conozcan los innumerables y bellos paisajes en cuyo recorrido fertiliza el roble, la encina, el alcornoque, el pino, el nogal, el tejo y, sobre todo, el olivo.

Destaca, asimismo, por ser una tierra en la que habita el jabalí, zorro, venado, cabra montesa, el buitre y las alineaciones marciales de la grulla, que acompaña en su ciclo vital a la trucha, la carpa y el barbo.

Todas estas características hacen de esta zona un lugar con un gran atractivo humano y artístico al poseer un sin fin de valles y riachuelos, que junto con el pantano de Gabriel y Galán posibilita que los aficionados a la práctica de los deportes acuáticos pueden disfrutar de un espacio totalmente natural.

Finalmente, sobre los orígenes no se sabe con exactitud quiénes fueron los primeros habitantes de la comarca, pero sí se conoce la huella que a su paso dejaron romanos y árabes cubriendo estas tierras con importantes núcleos de población.