El juez que instruye el caso del homicidio ocurrido el pasado martes en Navalvillar de Ibor ha decretado el ingreso en prisión incondicional para el presunto homicida, Leónidas Murillo, de 62 años, tras tomarle declaración en la tarde de ayer en Cáceres. Mientras, el cuerpo de la víctima, Esperanza Fernández, de 60 años, hizo el recorrido contrario ya que desde Cáceres, donde se le hizo la autopsia, fue trasladado al tanatorio de Castañar de Ibor, donde llegó alrededor de la una de la tarde.

El entierro tendrá lugar esta mañana a las 9.30 horas en Navalvillar de Ibor, localidad de la que ambos son naturales y donde residían. Está previsto que acuda el subdelegado del Gobierno en Cáceres, Fernando Solís.

El Ayuntamiento de Navalvillar ha decretado dos días de luto oficial (el segundo se cumple hoy) para condenar lo sucedido y apoyar a la familia de la víctima, que deja viudo y cuatro hijos, presentes todos en el momento del levantamiento del cadáver por parte de la Policía Judicial casi cinco horas después del suceso. La decisión municipal se tomó en un pleno extraordinario celebrado el martes a las diez de la noche aproximadamente con la presencia de cuatro de los siete concejales que componen el pleno; los tres que no pudieron acudir lo ratificaron por teléfono, según ha explicado el alcalde del municipio, Javier Morales.

El trágico suceso ha conmocionado al pueblo, que sigue sin entender qué pudo pasar ya que la relación entre el homicida y la víctima era de absoluta cordialidad. De hecho, la víctima era la vecina que más atención prestaba y más estaba pendiente de su asesino y de la hermana de éste, discapacitada. Una situación que explicaron tanto fuentes cercanas a la investigación como los propios vecinos de ambos, que continúan sin entender qué pudo pasar para que Leónidas dispara desde el interior de su casa a Esperanza.

Aún así, los habitantes de Navalvillar no paraban de dar vueltas a la cabeza para buscar alguna explicación. Una vecina comentaba que la hermana del homicida pegó hace unos días a una trabajadora que prestaba el servicio de ayuda a domicilio y también a la propia víctima, una situación que provocó la suspensión de este servicio diario en casa de los hermanos Murillo en los últimos días. Otra mujer recordaba que Esperanza le insistía mucho a Leo, como era conocido, en que cuidara su azúcar, algo que a éste no le gustaba. También varios habitantes recordaban que el carácter del presunto asesino había cambiado desde que hace dos años sufrió una subida de azúcar que le dejó muy grave. Mientras algunas fuentes cercanas a la investigación insistían en que "el hombre perdió los papeles", y que lo sucedido "no es normal". Tras ser detenido, Leónidas Murillo fue trasladado al hospital Campo Arañuelo para hacerle "un reconocimiento rutinario", según las mismas fuentes. Desde el pueblo, insistían en que era una persona normal pero solitaria.