Todo indica que el popular Puente de la Carava, que separa los términos municipales de Jaraíz y Collado, es un punto de confluencia de energías negativas si tenemos en cuenta la cantidad de tragedias y sucesos que han ocurrido en sus inmediaciones desde hace bastantes décadas. Se trata de un paso sobre la Garganta de Pedro Chate, enclavado en el cruce de los caminos que unen la primera de las citadas localidades con Talayuela y Casatejada, además de servir de cordón umbilical con varias fincas situadas en vegas como La Bobadilla , Cerro de las Colmenas , Mesillas o El Rivero , junto al río Tiétar.

La mañana otoñal, impregnada de silencios rotos por el murmullo de las aguas que bajan de las montañas de La Vera, y el paso de los vehículos, parecen querer borrar la muerte de dos personas de etnia gitana que quedaron fulminadas por el rayo de una tormenta, cuando dormían debajo de una encina. "Era de noche y la descarga fue tal que los quedó muertos en el acto", recuerda José Luis Pavón, un agricultor jaraiceño que ha vivido prácticamente toda su vida en las cercanías del viejo puente.

Por otra parte, Jorge Paniagua, de Collado de la Vera, relata un suceso similar hace 16 años: "Estábamos deshojando tabaco, y a unos 500 metros del puente cayó un rayo en el local donde nos encontrábamos, que no nos mató de milagro".

En este suma y sigue de acontecimientos funestos hay que recordar la tormenta que en los años ochenta arrasó las plantaciones de tabaco de la zona. "Los granizos que cayeron eran como bolas que tardaron tres días en derretirse", afirma Joaquín Bote, quien también habitó una finca próxima. Aquel año aciago, los ingresos de los agricultores afectados "fueron prácticamente cero".

Fuegos virulentos

Sin embargo, el hado siniestro parece continuar hasta nuestros días, tendiendo su infortunio sobre aquel lugar: la semana pasada un incendio carbonizó un taller agromecánico, y el año pasado un fuego arrasó cinco pabellones de tabaco. Pero ahí no acaba la racha fatídica, ya que debe añadirse algún accidente mortal de tráfico en Las costeras y una persona de Aldeanueva de la Vera ahogada en el vado de Puente Vieja, aguas arriba de La Carava.

Además, como testigos mudos, viendo pasar el tiempo, se encuentran los restos del puente que en el lluvioso invierno de 1979 también sucumbió a la fuerza cerril del agua.

No obstante, todo no han sido tragedias en la historia del paraje. También fue un lugar bucólico donde los pastores se reunían para tocar la dulzaina "y echar un rato de carava". Además, durante la década de los 80 constituyó un sitio de encuentro de los jóvenes del campo que concluían su diversión nocturna los fines de semana en la cantina, descanso de viajeros.