"Un centro abierto y participativo en el que se implique toda la población". Así es como define Gema Bohollo, la directora del Centro de Día de Malpartida de Cáceres, el servicio especializado para enfermos de alzheimer y otras dependencias que dirige desde que abrió sus puertas en septiembre del 2007. Emilia es una de las 26 usuarias que ocupan una de las 50 plazas ofertadas. Tiene 81 años, sufre un deterioro cognitivo vascular y asiste al centro desde que se puso en marcha. "El estado de mi madre no puede mejorar, pero desde que viene aquí no empeora", comenta su hija, Cati Mendo.

Al igual que Francisca, otros mayores de Malpartida de Cáceres, Aliseda y la capital cacereña se benefician de este centro pionero y peculiar. "Somos centro de referencia para la Junta de Extremadura y para asociaciones de alzheimer" asegura Bohollo a la vez que destaca que este centro, subvencionado por el Gobierno regional y gestionado por el ayuntamiento, "es el más grande de la región".

Estancia agradable

Eliminar ciertos prejuicios es uno de los objetivos de los responsables del centro y por ello, "aquí nadie viste de blanco, cada categoría profesional tiene un color diferente", comenta. De hecho, los auxiliares visten de color verde pistacho, las trabajadoras del servicio de limpieza de color lila, los cocineros de color burdeos y las terapeutas de naranja y rosa. "Con esto queremos evitar que los usuarios identifiquen estar en el centro de día como un ingreso hospitalario", dice.

Otra de las apuestas fuertes es la comunicación y la formación. Para ello se imparten conferencias y se celebran reuniones dirigidas a trabajadores y familiares. "La comunicación con la familia es diaria, de hecho, tenemos un cuaderno que todos los días llevan y traen los usuarios", explica.

Una terapeuta ocupacional, una fisioterapeuta, dos auxiliares de limpieza y lavandería, una cocinera, una pinche de cocina, tres auxiliares sanitarios, un conductor y la directora forman parte de la plantilla de los trabajadores del centro. Además, el servicio dispone de transporte propio para trasladar a los usuarios desde casa al centro, en el que permanecen desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde, un horario que permite a los familiares del usuario conciliar su vida laboral. "El usuario no abandona su entorno habitual y la familia está más desahogada" explica la directora.

A esta amplia oferta de actividades y servicios se suma un novedoso programa de baños que permite dar un respiro a los familiares. "A veces un simple baño en casa puede convertirse en algo muy complicado ya que en muchos casos la familia se encuentra con barreras arquitectónicas", señala Bohollo. Todo ello se completa con terapias individuales y en grupo, excursiones con carácter cultural y actividades dinámicas para mejorar la agilidad y el equilibrio son una dinámica continua. "Tratamos de luchar contra el inmovilismo que conlleva a un rápido deterioro y a un sinfín de complicaciones secundarias", explica Ana Morcuende, fisioterapeuta del centro de Malpartida.