Dice Quijada González en su libro Pueblos en blanco y negro del Arañuelo que es difícil saber la fecha exacta en que las primitivas alquerías levantadas por los primeros pobladores, posiblemente compuestas por un conjunto de chozos temporales, abandonan su fisonomía temporera y se convierten en núcleos permanentes de población. Pero lo cierto es que es en ese momento, en el que se empiezan a levantar casas fijas, cuando van creciendo lentamente las localidades arropadas por la economía agropecuaria.

Es en esa época cuando Majadas de Tiétar pasa a depender de Plasencia, bajo el Sexmo del Campo Arañuelo, a la vez que tiene que pugnar con la poderosa Mesta y con los señoríos de los alrededores, que deseaban apoderarse de las múltiples dehesas de la comarca arañuela.

El origen de estas pequeñas aldeas es difícil de fijar, ya que han estado sometidas a los vaivenes de una sociedad pastoril que no buscaba un sitio fijo. Algunos de estos pequeños asentamientos eran tan pequeños que, de ellos, ni siquiera existen restos; otros son móviles. De todas se conoce el nombre de tres: Aldeanueva del Campo del Quejigal, Las Majadas y Llano del Rincón. De la primera decir que estuvo situada cerca de lo que hoy es la dehesa boyal, y en la que se pueden ver algunos restos de su arquitectura primitiva, creyéndose incluso que fue el primer asentamiento de Majadas. También es posible que su nombre haga referencia a los primeros colonos que podrían provenir de Aldeanueva de la Vega. Lo del Quejigal está claro, pues hay muchos árboles de este tipo esta zona.

LAS OTRAS ALDEAS

El nombre de Las Majadas, otra de las tres aldeas conocidas, hace referencia a los lugares donde se recogen pastores y ganado por la noche. La otra es el Llano del Rincón, localizada cerca del Tiétar, entre los arroyos de la Gallinera y de los Gregorios, por lo que es la que tiene una mayor actividad agraria. En la zona había otros pequeños núcleos pastoriles y dispersos como Maulique y Maribañez, junto a otros asentamientos desaparecidos. Los primeros pobladores, pues, fueron pastores, aunque luego se irían incorporando gentes de otros pueblos cercanos más ganaderos.

De su patrimonio destaca la iglesia de San Salvador, de los siglos XVI y XVII, en la que se distinguen sus dos épocas constructivas, destacando el uso del granito como refuerzo de las esquinas y paredes en mampostería, pero también es un inmueble sencillo sin ornamentación interior y pocas imágenes, ni retablo mayor ni laterales, pues mucho de lo que tenía se perdió tras la guerra civil. Es de interés el presbítero y algunos de sus cuadros.