Don Mariano Rajoy sugirió hace unos meses la conveniencia de exigir "algo más que ser y español y mayor de edad" para llegar a ser presidente del Gobierno. ¿Qué más se puede exigir? En primer lugar, prudencia. Era la virtud que asignaba Platón al gobernante. Está ligada con la razón y consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo y obrar en consecuencia.

También sería necesaria una buena dosis de coherencia para que no asistiéramos al triste espectáculo de decir lo contrario de lo que se hace. Lo cual nos conduce a una tercera, la veracidad, pues el gobernado tiene el derecho de que le informen de lo que es, no de lo que no es. Mesura en el hablar. Es decir, ponderar el alcance de las palabras y las consecuencias que pueden tener. Responsabilidad, que consiste en poner atención y cuidado en lo que se dice y se hace. ¿Cuándo y cómo llegó Rajoy a considerar necesarias "algo más"? A lo largo de los ocho años en los que estuvo gobernando con Aznar.

De ahí que el máximo responsable del PP no exigiera sentido del humor, pues lo que natura non dat... Es de suponer que si nosotros, que afortunadamente escuchamos muy poco a Aznar, nos sonrojamos cada vez que habla, el pobre D. Mariano se pasaba el día colorado. Y ahora cabreado. Si ya lo dijo Freud: es necesario matar al padre.