En Hernán Pérez (Sierra de Gata, 512 vecinos), dicen que "hay tres días en el año que se llena la panza: Jueves Santo, Viernes Santo y el día de la matanza". Y uno de esos días fue ayer: 1.200 kilos de carne de cerdo, 20 cántaros de vino de la comarca, 100 barras de pan, aceitunas y queso, entre otros manjares, sirvieron para despedir las fiestas en honor de su patrón, San Sebastián, que se han celebrado durante 10 días.

"Aquí hoy no hay colesterol", comentaba en medio del bullicio Victoria, una vecina de Hernán Pérez a la que la lotería de Navidad agasajó con un millón de las antiguas pesetas. Y es que en este pueblo se conservan las tradiciones: los vecinos de mayor edad aún no hablan en euros y se sacrifican los cerdos siguiendo los métodos más antiguos.

EL SACRIFICIO Hernán Pérez sacrificó seis cerdos "para dar de comer a todo el mundo", pregonaba su alcalde, Alfonso Beltrán, quien disfrutaba de una manera especial con la matanza extremeña que este año ha alcanzado su sexta edición. "Es un día de convivencia para todos los vecinos de la comarca y han venido varios autobuses para acompañarnos en la celebración", decía orgulloso.

En Sierra de Gata cada vez es más típico organizar una matanza con la ayuda de las instituciones y el trabajo desinteresado de las asociaciones municipales; lo hizo Cadalso en diciembre y lo hará Santibáñez el Alto en febrero.

"La sangre del cerdo se recoge en el momento del sacrificio y se mueve con cuidado para que no se coagule", aconsejaba Lourdes Blanco, presidenta de la Asociación de Mujeres de Hernán Pérez. Es el secreto para hacer unas ricas sopas de sangre, un plato que hace las delicias de los mayores y provoca el rechazo de los más jóvenes de la comarca.

"No sé que le pasa a los jóvenes, será por no engordar, pero a mí me encantan", relataba Andrea Muñoz, que lleva desde el miércoles haciendo dulces y nos descubrió que uno de los más apetitosos es el conocido como "oreja de mula".

Ramón Barroso, que hace años fue alcalde de Hernán Pérez, echó una mano en los preparativos de la matanza, pero prefirió mantenerse al margen en el momento del sacrificio de los animales.

"La mejor noticia que hemos tenido es que vamos a conseguir, como mínimo, los 300 euros por hectárea para el olivar de baja producción como el que tenemos en la Sierra de Gata", proclamaba con satisfacción Barroso, que también es miembro del consejo rector de la cooperativa aceitunera Acenorca. Si hay algo que los vecinos consideran como auténticos productos autóctonos de la Sierra de Gata eso son los olivos y las vides que les permiten obtener los más afamados aceites elaborados con la variedad manzanilla cacereña y los caldos turbios subidos de grado.

Y como del cerdo se aprovechan, según dicen en estos pueblos, hasta los andares, la matanza de Hernán Pérez concluyó a media tarde con una cena popular a la que estaban invitados todos los vecinos para dar cuenta de las ricas viandas que elaboraron hombres y mujeres sin distinción, aunque hay que reconocer que a ellos les sigue correspondiendo el arte del sacrificio y a ellas el de los preparativos. Hubo migas, chanfaina, morros, cuero y picadillo, y después, para los más golosos, floretas, perrunillas, cañas y orejas de mula.