Coherente con sus ideas, el último adiós a Pedro Vega se celebró ayer tarde en un acto civil sencillo, pero multitudinario, en el tanatorio de San Lázaro de Plasencia donde fue incinerado el cuerpo del alcalde de Casas del Castañar y diputado provincial que murió el jueves a los 50 años a causa de una enfermedad. Solo un responso dio paso a una despedida, ya más íntima, de su mujer y su hija, de dieciséis años, demás familiares, amigos y compañeros de filas.

Socialista convencido, cuentan sus íntimos que tuvo el coraje de despedirse telefónicamente de algunos de sus colegas de partido unos días antes encarando con entereza el desenlace de la enfermedad. Como también para expresar su deseo de donar los órganos. Ayer le mostró su respeto hasta la oposición y la diputación en pleno acudió a despedirlo porque fue Pedro Vega un hombre y un político accesible y campechano.

No faltó a su velatorio el presidente de los socialistas extremeños y de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, pero tampoco los alcaldes de las comarcas de Plasencia y una multitud de compañeros de partido. Numeroso personal sanitario acompañó a su mujer, Carolina, enfermera en el hospital placentino en señal de cariño.

LUTO OFICIAL Aunque nacido en Casas, vivía en Plasencia por lo que fue donde regresó, ya cadáver, del Hospital Infanta Cristina de Badajoz. Mientras en su pueblo, el ayuntamiento quedó ayer desierto, con las banderas a media asta y un crespón negro en señal de duelo. Mientras se decide quién asume la Alcaldía, Oscar Expósito, primer teniente alcalde, hará las veces. Larga ha sido la trayectoria pública de Pedro Vega, político cercano que confesaba hace solo unos días a los suyos que el PSOE ha sido como su familia. Aunque como padre entregado, lo hizo patente en los numerosos actos a los que acudía siempre con su hija de la mano. Hasta la genética la hizo su viva imagen.