Su nombre real es Nava del Concejo, surgido de un concejo medieval que durante el siglo XV acogió a los habitantes del desaparecido poblado de Peña Horcada, que se tragó el río Jerte en una de sus crecidas. Es un pueblo del valle del Jerte, ejemplo de la arquitectura de la comarca, con viviendas muy compactadas en sus manzanas del casco antiguo y elementos comunes con otras localidades: voladizos, grandes aleros, amplios balcones y solanas de madera, sobre todo en la larga calle Real que discurre paralela al río.

De estos edificios es interesante mencionar, por su interés arquitectónico la fábrica de 1625, que conserva fachadas sencillas con vanos dintelados. También cuentan que existe un túnel de dos kilómetros que comunica este edificio con la Casería, una finca que acoge el convento franciscano de Santa Cruz de Tabladilla, que presenta un aspecto muy diferente al original tras la reforma a la que ha sido sometido.

De la arquitectura religiosa, reseñar la parroquia y iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un edificio de mampostería en los muros y cantería en esquinas y soportes. Su construcción no está clara, ya que hay quienes la sitúan a mediados del siglo XVI, según consta en una inscripción del escudo del obispo Ponce de León situado en la sacristía; otros, en cambio, optan datar el inicio de las obras un siglo después, según la nota que aparece en la torre. El templo es una nave de tres tramos con arcos fajones de medio punto con bóveda de crucera. De su interior, destaca su retablo mayor, del siglo XVIII, y su interesante colección de tallas de estilo barroco.

DOS ERMITAS

La localidad posee, además, dos ermitas barrocas: la del Cristo del Valle, de mampostería y cantería, con un retablo que contiene la imagen de Jesús Crucificado. Sobre esta imagen existe una leyenda que dice que el Cristo del Valle era llevado a Tornavacas pero que se quedó en Navaconcejo porque el Cristo se negó a que los bueyes siguieran andando.

La otra ermita es la de San Jorge, patrón de la localidad, que alberga un retablo del siglo XVIII, y que hasta hace algún tiempo conservó la imagen de Nuestra Señora de la Pena, importante imagen, hoy desaparecida.

Desde este edificio, se puede hacer la ruta de La Serrana, que no es más que la unión de dos caminos con la finalidad de enlazar las comarcas del Jerte y La Vera. En su primera mitad sigue el trazado del llamado camino real, que unía los pueblos de Navaconcejo y Piornal. Actualmente quedan pocos tramos del mismo que conserven su aspecto primitivo, sin embargo aún queda alguno que, por su belleza, justifica el recorrido.