Hasta ahora estaba muy extendido que el origen del pueblo de Navalmoral provenía de una venta conocida como Venta del Moral y de ella el nombre de la localidad. Posteriormente, José Bueno Rocha diría que es importado por los primeros habitantes de este pueblo, que provenían de otro Navalmoral, que se encuentra en la provincia de Avila.

Juan Ramón Marcos Barbado, historiador moralo, aporta una nueva visión, ya que afirma que "el topónimo procedería de un paraje situado en el casco urbano del municipio, conocido como El Moral" De éste lugar, y al ubicarse en un llanura o nava, se formó el nombre del municipio (nava y moral). Al paraje se le conocería como tal, según Marcos, debido a dos circunstancias: una, que podría hallarse en él un árbol significativo, el que ofrece el fruto de la mora; y dos, que fuera un lugar reutilizado, algo habitual entre los repobladores.

En este sentido, tras la reconquista cristiana ciertos lugares vuelven a tener uso, y con el tiempo, los habitantes de estas plazas ya cristianizadas al preguntarse por esos sitios, como pueden ser fuentes, cuevas o campos, lo único que saben es que estaban allí desde el tiempo de los moros. Así, el lugar pasaría a ser reconocido como El Moral (por ejemplo fuente de la Cueva de la Mora, en Millanes, o el Pago del Moro).

Calle del Moral

Debido al crecimiento del pueblo, en siglos posteriores, surgen nuevas calles y una de éstas pasa a llamarse calle del Moral, al encontrarse en el entorno en el que se localizaba el huerto. Dicha calle en la actualidad se correspondería con la de Torres Quevedo, situada en la zona de la plaza de Los Caños. En este caso, el nombre de este lugar se ha perdido, no como ocurre con otras zonas del municipio, que son más conocidas hoy en día por su nombre primitivo, como la plaza Vieja, la plaza del Pósito o La Peligrosa.

Marcos asevera que con este trabajo pretende pasar de la leyenda fundacional al hecho histórico, a través de los documentos, y opina que "el siguiente paso debería ser dado por la arqueología".