TUtn lector de nombre Recaredo (seudónimo, supongo: rey visigodo) me emplazaba hace un año a dejar de escribir --más exacto: que "vuelva a escribir para informar de que desaparece como opinador, por incompetente y sesgado"-- si en las elecciones de este 24 de mayo no acertaba con el "vaticinio" de que el electorado de IU de Extremadura, fiel al mensaje de abstención de Escobar, Casco y Nogales, le indicaría a los tres diputados que se abstuvieran de la política, es decir, si no eran reelegidos, como consecuencia del pacto --llamado abstención-- con el Partido Popular. El lector Recaredo respondía así a mi artículo 'Abstenidos', publicado en este periódico el 15 de mayo de 2014 a propósito de la moción de censura presentada contra el gobierno de José Antonio Monago por el líder socialista Guillermo Fernández Vara.

Evidentemente, el lector Recaredo no me creerá ahora la tristeza por los resultados de Izquierda Unida, porque es obvio que supuso que mi opinión era un deseo, lo que explicaría su 'argumento ad hominem' de entonces, que aún puede leerse en la edición digital. No pienso en Escobar, Casco y Nogales, desde luego, ni siquiera en esas bases a las que decían escuchar para imponer un criterio --¡a los socialistas, ni agua!-- que no era el criterio de la dirección del partido y, más grave, tampoco el de los votantes. La tristeza es que el electorado de Izquierda Unida deba renunciar a su partido --y que este desaparezca-- por no estar dispuesto a repetir la farsa de "permitir que gobierne la lista más votada", decidiendo así votar directamente al partido más votado por la izquierda. Pienso en el votante de Izquierda Unida que no ha podido votar a Izquierda Unida, imponiéndose el voto útil, sin duda una decisión inútil en términos políticos, pero sobre todo morales.

En fin, hoy hubiera preferido reconocer que me equivoqué (una opinión y un deseo), en lugar de decir que he votado a Izquierda Unida sabiendo que era la última vez que podría hacerlo.