Realmente emotivo, sencillo y bonito resultó el homenaje que Piornal rindió en la tarde de ayer al guerrillero de esta localidad, Justo Vega Miguel, abatido por fuerzas de la Guardia Civil el día 6 de agosto de 1946, en las proximidades de Pozuelo de Zarzón. En esa fecha efectivos del Instituto Armado dieron muerte a un grupo de cinco guerrilleros y a su enlace. Los cadáveres fueron enterrados en una fosa común en el Cementerio Civil de esta última localidad.

Alrededor de 200 personas asistieron ayer al homenaje y posterior entierro en el cementerio piornalego de los huesos de Justo Vega. Sus hijas, Rosario y Cándida Vega, señalaron a este diario, con lágrimas en los ojos, que ayer fue para ellas "un día de mucha emoción, ya que después de sesenta y cuatro años de lucha y sufrimiento, esto supone como cerrar una herida que ha permanecido abierta".

Las hermanas Vega recordaron además que su vida "de pequeñas fue muy dura", emigrando a San Sebastián.

Por su parte el alcalde, Angel Rama, dijo durante su intervención en el acto de homenaje a Justo Vega, que "hoy --por ayer-- se escribe otro trozo de la Historia de Piornal; una Historia muy dura y larga. La pena es que hoy no tengamos los certificados correspondientes a los restos óseos" de otros piornalegos represaliados por la dictadura franquista, entre los que citó a "Severo, Eleuterio y Cándido".

Tras la intervención de Angel Olmedo, miembro de la ARMH-Extremadura, el director del documental, Libertad enterrada , José Maria Sánchez, y Cándido Pérez, sobrino del guerrillero homenajeado, los restos mortales de Justo Vega, llegaban minutos antes de las ocho de la tarde al cementerio de Piornal, donde fueron enterrados al compás de las notas del Adaggio de Albinoni, y la lectura de unos versos de Blas de Otero.