TRteza una vieja máxima deportiva que "las finales no se juegan, las finales se ganan". Una máxima que felizmente pareció ser por toda Extremadura conocida en la recién finalizada "tercera temporada" para elegir al mejor rincón de España.

Lo que quizás "pocos" extremeños conociesen hasta ahora es que también estas pudieran empatarse. Empate con el que los organizadores quisieron cerrar un final de certamen tan ajustado como polémico, así como mal calificado por muchos como arbitrariamente salomónico. Mal calificado porque en el supuesto caso de haber querido atribuirle aquellos tintes bíblicos, en las que dos supuestas madres se disputan la maternidad de su mismo hijo, no se debe olvidar que la criatura no es finalmente sacrificada, sino que se utiliza el amenazante infanticidio como estrategia para averiguar la identidad de la verdadera.

Por supuesto, hoy todo sería más fácil. No es necesario puntualizar que cualquier final, deportiva o no, también se puede suspender, aplazar, incluso repetir si las condiciones de igualdad, seguridad o competitividad no son las más idóneas. No es necesario, pero se ha puntualizado. Es más que posible que ni a riojanos ni a extremeños hubiera importado prologar unos días más su bonita y concursal aventura, en tanto se diesen esas seguras e idóneas condiciones informáticas. Por solo citar alguna de las posibles soluciones.

Cuando un espontáneo en forma de animal o persona, con o sin raciocinio, salta a un terreno de juego deportivo, este se para, se expulsa al intruso y se continúa el mismo, añadiendo el tiempo perdido. Ningún aficionado entendería hoy remate alguno con una gallina en claro fuera de juego o un corpulento "antisistema" pidiendo protagonismo en el centro del mismo desprovisto de indumentaria alguna. Por solo citar dos excéntricos ejemplos.

XPARECIDASx situaciones, distintos procesos. Procesos del verbo procesar, término eminentemente informático. Mucha diferencia en tiempos, sin duda, entre estos de las nuevas tecnologías y aquellos del personaje bíblico que sí optó por la sabia determinación de "jugar" con los sentimientos de una madre para así de este modo acabar haciéndole justicia. Esa es la actitud, que gritaría cualquier aprendiz de entrenador desde cualquier banquillo deportivo.

Si el arquitecto Lácer hubiera imaginado que casi dos mil años después su majestuosa y perpetua obra iba acabar involucrada en un "desaguisado" de perfección y tamaño igualable a la misma, es más que probable que hoy siguiésemos cruzando el angosto Tajo a nado. De la firmeza, utilidad y belleza de este ahora copremiado coloso, su ideólogo tiralíneas ya entonces no solo lo imaginó, sino que incluso lo dejo por escrito con su archiconocido: "Pontis perpetui mansurum in secula mundi", (Puente que durará mientras dure el mundo).

Mi particular homenaje, por tanto, a Salomón, hombre justo. No en vano fue provisto del preciado don de la sabiduría. Felicidades Extremadura!. Se estuvo a la altura de este rincón en forma de puente romano más alto del mundo. Que siga la fiesta!

* El autor es Valentín López.