Esta festividad siempre ha estado ligada a la cofradía de Nuestra Señora del Rosario. En 1889 al fundarse la fiesta de las Candelas las purificadas eran cuatro mujeres que en el año hubiesen tenido su primer hijo y que, al igual que la Virgen, acudían al templo a purificarse y a ofrecer el niño. Cantaban las coplas, cuyo origen parece ser que se remonta al medievo, al son de la pandereta. La ofrenda no era la rosca de piñonate que hoy se hace, sino frutos de la tierra como cereales, embutidos, huevos, quesos, etc., según las posibilidades del oferente. Después de misa se subastaban todos estos productos. Las purificadas iban vestidas a la usanza de la época. No existían los trajes regionales y el distintivo era una mantilla blanca a la cabeza. La primera rosca se ofreció en la primera década de 1800, pero no se sabe con certeza si era de piñonate o de otra clase de dulce. Se ha conservado a través de los tiempos y su importancia ha llegado a ser tal que el municipio se animó hace ya tiempo a solicitar su declaración como “Fiesta de Interés Turístico Regional”. La cita será el día 2. Una vez iniciada la misa, y tras finalizar la homilía, llega el momento más importante. Las puertas del templo se abren y comienza el desfile procesional de la Virgen hasta el altar, acompañada de las Purificas.