Cientos de personas se dieron ayer cita en Monroy para revivir un año mas la tradicional festividad de las Candelas, que en este municipio se celebra por medio de las Purificas, de gran antigüedad y belleza. Se trata de un rito que se remonta siglos atrás y recuerda la purificación de la Virgen en el templo y el ofrecimiento a su hijo, tal y como exigía la tradición judía. Se ha conservado a través de los tiempos y su importancia ha llegado a ser tal que el municipio se animó hace ya tiempo a solicitar su declaración como fiesta de Interés Turístico Regional.

Ayer, al filo del mediodía, el colorido de los trajes regionales llenó los aledaños de la iglesia parroquial, donde dio comienzo la procesión tras el acto de bendición de las velas. Dicen los lugareños que si las llamas se mantienen encendidas, será un buen año para el ganado y las mieses.

Una vez iniciada la misa, y tras finalizar la homilía, llegó el momento más importante. Las puertas del templo se abrieron y comenzó el desfile procesional de la Virgen hasta el altar, acompañada de las Purificas, jóvenes cantoras que entonan coplas centenarias alusivas a la imagen y llevan roscas de piñonate ofrecidas por tres familias devotas.

El párroco cogió al niño Jesús y lo colocó en el altar. Las jóvenes regresaron hacia las puertas, y al finalizar los cantos, la emoción de los presentes y la suelta de palomas hicieron estallar en aplausos a toda la iglesia, que se encontraba abarrotada.

En los alrededores del templo, el grupo folk Recordanzas animó ayer con la Jota Cuadrada. Y ya por la tarde las celebraciones continuaron con el reparto de roscas de piñonate y verbena.

Fue todo un día grande para la localidad de Monroy, a la que se desplazaron diferentes autoridades de la región para acompañar a su alcalde, Telesforo Jiménez.