Cuenta el peregrino entretenido que de buena mañana y con la fresca subió la cuestecilla ya que va desde Cuacos al monasterio de Yuste. Es durante ese paseo cuando conoce al pintor a quien sirvió de modelo Pedro Mingote. Dos aspectos parecen de gran interés en este capítulo. Primero el valor de la memoria y segundo la importancia económica que el Real Monasterio de Yuste tiene a lo largo de la historia para la comarca de La Vera. Ciro Bayo nos aclara esas cuestiones en términos muy parecidos a los que usamos en la actualidad. Veamos algunas de sus palabras: "Yuste no tiene más valor que el que le da el recuerdo de Carlos V, cuya augusta sombra parece que se cierne todavía sobre estos lugares". Refuerza esas afirmaciones recordando una frase del filósofo y político Marco Tulio Cicerón: "la vida de los muertos consiste en la memoria de los vivos". Como ya dejó escrito en su día, Miguel de Unamuno, es la estancia y muerte de Carlos V en el monasterio de Yuste la razón de que el lugar quedase consagrado para la historia. Una idea parecida expresa Ciro Bayo cuando dice: "Todo cuanto aquí enseñan los frailes, tampoco tiene otro mérito que el imaginativo; pero por poco que ello sea, el viajero ha visto lo suficiente para sentir la honda emoción que inspira la antigua grandeza deshecha por la mano del tiempo o por las devastaciones de los hombres".

Los beneficios económicos que el lugar aporta derivan en consecuencia del recuerdo del emperador en Yuste. Así lo entiende el pintor conocido como 'El solitario de Yuste', y de este modo se lo explica al viajero: ¿no le parece a usted que en este escenario la figura de Carlos V se empequeñece, porque se nos antoja verle cuidando coles, al paso que la de Felipe II se agiganta en el Escorial? Pero, en fin, viva la gallina con su pepita, y vivan mil años Yuste y Carlos V que tan buenos cuartos me dan a ganar- ¡Si viera usted mi estudio! Es un bazar de tablas y lienzos, de tarjetas y acuarelas, de todos los precios y para todos los gustos".