Cinco siglos después de que la leyenda sitúe por primera vez a la Serrana de la Vera en tierras de esta comarca cacereña, llena por aquel entonces de caza y pesca en gargantas y torrenteras de abundante agua; este popular y singular personaje volverá a Garganta la Olla y su entorno. Será los próximos días 4, 5 y 6 de agosto, cuando los habitantes de la citada localidad saquen del baúl de los recuerdos cuentos, chascarrillos y romances para acercar a propios y extraños la figura de esta montaraz mujer, que según cuentan diversos escritores e investigadores buscó cobijo en una cueva de la Sierra de Tormantos para vengar el despecho amoroso que sufrió, por parte de un noble de la ciudad de Plasencia.

Sobre ella hay autores que sostienen que esta resuelta, valiente y exaltada mujer nació en la ciudad del Jerte, en el siglo XVI. «La Serrana de la Vera es una figura muy extendida. La leyenda alcanzó mucha fama cuando llegó a los oídos de los escritores de mayor relieve», según señalan Delfín Hernández y Luis Martínez Terrón en el libro La Serrana de la Vera. Antología y romancero , editado por la Asociación Cultural Amigos de la Vera en 1993.

Las afirmaciones de ambos están avaladas por Lope de Vega, fray Gabriel Téllez, más conocido como Tirso de Molina, Calderón de la Barca, Vélez de Guevara y Valdivielso, junto con el escritor jarandillano Gabriel Azedo de la Berrueza, y el poeta cuacareño Felipe Jiménez Vasco, que a lo largo de las últimas centurias «han hecho objeto de su quehacer literario el tema de este legendario personaje», que volverá a ser interpretado y representado los citados días 4, 5 y 6 de agosto.

Durante las tres jornadas se llevarán a cabo diversos actos, entre los que se encuentran, escenificaciones teatrales, con la Serrana como protagonista, visita a la cueva, donde según la leyenda vivió, alborada por las calles del pueblo, y mercado medieval de artesanía, entre otras sctividades. Concretamente la apertura de los actos tendrá lugar a las 22:30 horas del día 4, con la Ronda de las Luminarias, en la que los participantes irán ataviados con traje regional, alumbrándose con faroles antiguos, velas o candiles, por las calles del pueblo.