TCtuando el ilustre cineasta aragonés Luis Buñuel Portolés se dejaba caer por Las Hurdes, Ti Herminia Añez Alba era una jurdana muy guapa. Alboreaba la primavera de 1932 y las altivas montañas de Las Hurdes se cubrían con el rosa de sus brezales. Tía Herminia llevaba poco tiempo casada y tenía un hijo de escasos meses. Era una joven campesina que subsistía, como en tantas otras comarcas serranas de esta vieja piel de toro, luchando para domeñar una tierra difícil, donde la pizarra era dueña y señora. Pero aquella brega diaria también tenía sus pinceladas alegres y coloristas, salpicadas de bailes y fiestas, de antañonas coplas y romances, de misteriosos rituales que se perdían en la noche de los tiempos, de toques de tamborileros y resonante repicar de castañuelas.

Luis Buñuel, el que llegó con ideas y prejuicios precocinados y preconcebidos al territorio jurdano, se arrepintió, al parecer, cuando ya la vejez le oprimía de haber hurgado en la sangrante leyenda negra de la comarca. El ultracatólico, reaccionario y paternalista Maurice Légendre, que años antes había dado a la imprenta el libro "Las Hurdes, estudio de geografía humana", tuvo mucho que ver con las insensateces del cineasta. Y Buñuel, en uno de sus arrebatos "místico-marxistas", se metió a pisotear la dignidad del pueblo jurdano con aquel documental (o película) "Tierra sin pan". Cogió a un puñado de jurdanos, los puso a su servicio e inició el montaje. Entre ellos, estaba Tía Herminia, la que, enlutada y llorosa, desempeñó en tan oprobioso montaje el papel de madre doliente por la muerte de su hijo. El único varón que tuvo en su vida matrimonial permanecía, amortajado, sobre una artesa de las usadas en las matanzas del cerdo. Estaba dormido pero pasaba por muerto. El aragonés pagó a aquellos actores improvisados unos roñosos reales. Todos (hablé con varios de ellos repetidas veces) eran muy conscientes que "jacían teatru p,aquel señó, el del cini". Una paleta recargada de tonos negros y plomizos; los colores vivos no le interesaban a Buñuel. A Tía Herminia se le murió el hijo cuando cumplió dos años. Siempre tuvo el remordimiento de que fue por prestarse a aquel trágico y fúnebre paripé.

Ahora, leemos en la prensa que "se buscan bebés con un sueldo de cien euros al día". Tras ello anda por la ciudad de Cáceres la productora de "La Catedral del Mar". El rodaje comenzará en septiembre. ¡Cien euros y no cuatro míseros reales! Tía Herminia era una mujer no sobrada de dinero pero con una dignidad a prueba de bombas. Si ella viviera hoy en día, seguro que ella no se opondría a que los bebés hicieran de figurantes en causas nobles, no en montajes destinados a prostituir la verdad y la realidad sociohistórica de una comarca. Y seguro también que diría muy alto que con menos euros habría bastante; el resto que se lo entregaran a los niños que pasan hambre y calamidades sin cuento en ciertas zonas del mundo. Y seguro igualmente que señalaría con su índice sarmentoso y justiciero a quienes han vertebrado el documental "Las Hurdes, Tierra con alma", estrenado el pasado 10 de agosto en TV2. A los ojos de la mayoría de los jurdanos solo es otra contribución, aunque más edulcorada, para justificar la puñalada trapera que Buñuel asestó a la legendaria comarca de Las Hurdes.