El año 1976 resultó decisivo para los habitantes de Malpartida de Cáceres con dos hitos históricos para la localidad. Por una parte, llegaba el suministro de agua después de que Cáceres concediese la licencia para poder enganchar la red municipal de abastecimiento a la red del Guadiloba. Apenas unos años antes el suministro desde la presa que abastecía a Malpartida había quedado paralizado por la creación del polígono industrial Las Capellanías, cuyos desechos residuales terminaban vertidos en el pantano malpartideño.

El entonces alcalde, Juan José Lancho, mandó numerosos avisos de socorro. "No se puede, a estas alturas, estar abasteciendo de agua a una población de cerca de 6.000 almas con un camión cisterna de propiedad privada y de unos pozos abiertos, alejados del casco urbano, insuficientes y sin garantías de salubridad", lamentaba en una de sus intervenciones.

Manifestaciones como ésta fueron decisivas para que Cáceres permitiera el enganche. Sin embargo, aquella toma del Guadiloba no supuso la solución total del problema. Todavía quedaban por resolver los aspectos técnicos.

Superada la sequía del año 1979, el Gobierno municipal buscó otras soluciones. El alcalde informó en un pleno de "los contactos realizados con algunas empresas para la realización de pozos artesianos con el fin de obtener agua para poder abastecer a la población, porque la de Cáceres es poca y resulta muy cara".

Durante algunos años los consistorios de Cáceres y Malpartida mantuvieron diferencias por culpa del agua, un enfrentamiento que podría resurgir ahora con la ubicación de una nueva presa en Portaje o Almonte.

Museo Vostell

Si la llegada del agua terminó transformando el pueblo, el Ayuntamiento de Malpartida tuvo que realizar un gran esfuerzo económico para comprar el paraje de Los Barruecos a la Fundación Valhondo Calaff y la familia Domínguez García. La operación coincidió con la llegada a la localidad del artista alemán Wolf Vostell, bajo la tutela de Juan José Narbón. Rápidamente se quedó prendido de la zona y de Los Lavaderos.

Vostell manifestó su interés por crear un museo al aire libre entre los berrocales del tesoro de Malpartida; y denominó el proyecto como Museo Vostell-Malpartida. Pero los inicios no fueron sencillos, con cruces de acusaciones y malos entendidos entre el equipo de Gobierno socialista y el artista, que llegó incluso a amenazar con marcharse del municipio. "No quiero saber nada del ayuntamiento y sí con la Junta", manifestó Vostell.

Hasta el 21 de mayo de 1991 la Junta de Extremadura, a través de la Consejería de Cultura y Patrimonio, no se atrevió a intervenir. Aquel día, el consejero Jaime Naranjo firmó un convenio para rehabilitar la zona de Los Lavaderos y todo su entorno, una medida con la que se zanjaba la polémica y se daba el primer paso para crear definitivamente el Museo Vostell-Malpartida.

El artista alemán, satisfecho, fue nombrado director artístico del centro de forma vitalicia y se comprometió a donar a la Junta todas las obras que formaban parte de su exposición. Asimismo, prometió ceder al patrimonio histórico artístico extremeño una obra al año mientras viviera.