Un albañil de 66 años, Julio González Hidalgo, vecino de Cilleros, falleció ayer lunes por la mañana tras sufrir un fatídico accidente laboral a raíz de una caída justo en el momento que se encontraba junto a una alambrada que a su vez estaba sobre un muro de piedra de una altura de apenas dos metros. Dicho muro se encontraba en el interior del patio de una vivienda particular, concretamente en el número 9 de la calle Calancha, donde la víctima realizaba diversos trabajos para reponer las tejas de un tejado junto a uno de sus hijos, todos pertenecientes a la empresa familiar Construcciones Pina, del pueblo. El muro era de escasa altura, sin embargo, la mala suerte hizo que el albañil cayera de tal manera que el golpe que sufrió contra el suelo le provocara la muerte en el acto, según los primeros indicios.

Precisamente, Flora Cordero, fue la vecina que se encontró de lleno con el suceso, ya que ésta vive en la vivienda de al lado y donde el hombre cayó. "Yo estaba en la cocina fregando los cacharros, no escuché ningún golpe, pero sí los gritos de uno de los hijos, inmediatamente salí al patio y el hombre estaba ya inconsciente", relató esta vecina que aseguró que vivió unos momentos de gran angustia que le serán dificiles de olvidar.

A PRIMERA HORA DEL DIA Tras los gritos del hijo de la víctima y al ver el hombre en el suelo, esta vecina salió corriendo para avisar al médico del pueblo, pero el hombre falleció en el acto, según manifestaron fuentes de la Guardia Civil. El accidente, según informó el Centro de Atención de Urgencias y Emergencias de Extremadura 112, tuvo lugar sobre las nueve y media de la mañana. El 112 activó efectivos sanitarios y de la Guardia Civil, pero desgraciadamente el equipo médico desplazado sólo pudo "certificar el fallecimiento del trabajador". Entre los recursos movilizados figuran personal sanitario del PAC de Cilleros y una Unidad Medicalizada del 112 con base en Coria; así como patrullas de la Guardia Civil.

La víctima, que estaba casado y tenía cinco hijos, a pesar de su edad decidió continuar trabajando en la empresa familiar. Su muerte ayer fue un mazazo para todo un pueblo de 1.800 habitantes. Los vecinos solo tenían palabras de halago hacia Julio. "Era un hombre sociable y muy bueno, toda la familia es muy buena gente, son muy queridos en el pueblo", comentaron. Hoy martes sus restos mortales recibirán sepultura en el cementerio municipal. Antes, a las doce del mediodía, se oficiará la misma funeral en la iglesia Nuestra Señora de los Apóstoles.